En esta entrega nos enfocamos nuevamente en los elementos químicos, ahora con la exploración de puntos geográficos que ocupan un lugar en la tabla periódica. Empezamos con Ruthenia, nombre del latín medieval para Rusia, de donde proviene la denominación del rutenio -metal usado en joyería y odontología-, mientras el dubnio fue creado en un laboratorio ubicado en Dubna, ciudad al norte de Moscú.
Ytterby es una localidad ubicada en las afueras de la capital sueca y tiene el privilegio de que en sus tierras se descubrieron cuatro elementos: el iterbio, el erbio, el terbio y el itrio; todos forman parte del grupo de los lantánidos y fueron nombrados en homenaje a esta localidad.
El holmio también llega de Suecia. Su nombre se crea del origen latino de Estocolmo (Holmia), mientras que el escandio viene de Escandinavia, antigua Scandia, por ser sueco su descubridor. El tulio se identifica con Thule, una región de Escandinavia. En el tránsito hacia Dinamarca aparece el hafnio por Hafnia, nombre antiguo de la ciudad de Copenhague, donde fue descubierto.
Asimismo, hay otros elementos químicos que rinden homenaje a la cuna de sus descubridores como el polonio y el francio, el primero nombrado así por el país de nacimiento de María Skłodowska, más conocida como Marie Curie, quien también identificó el radio, y el segundo por Marguerite Perey, quien descubrió el francio hace 85 años en el Instituto Curie en París. Y precisamente del nombre antiguo de la capital francesa, Lutecia, viene el lutecio, porque su descubrimiento se hizo en un laboratorio parisino. El galio también le debe su nombre a un químico francés.
Finalmente, el germanio aparece en tierras teutonas y fue llamado así por el físico alemán Clemens Alexander Winkler. El renio se llama así por el río Rin (Rhenium). Terminamos el viaje por la geografía química con europio, cuya etimología se puede deducir fácilmente.
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