De perezosos y flojos…

Hace poco comentamos en este espacio el relato sobre un hermoso animal, el perezoso. Es un animal desdentado, arborícola y que se alimenta exclusivamente de hojas, las cuales no le proporcionan suficientes energías. Su estómago ocupa casi un tercio de su cuerpo y su proceso digestivo tarda semanas, lo que causa que su metabolismo sea el más pausado de todos los mamíferos y a su vez, lo haga el mamífero más lento que se conoce. Posee, además, muy poca masa muscular y su temperatura es de alrededor de 30° C; si fuese más rápido, su cuerpo no toleraría mayores temperaturas y moriría.

En la cultura popular, la lentitud de estos interesantes animales hizo que históricamente se les comparase con las personas que tienen aversión por el trabajo, siendo el perezoso según el DLE, en su segunda acepción, una persona tarda, lenta o pesada en el movimiento o en la acción; y en otras acepciones, una persona negligente, descuidada o floja en hacer lo que debe o necesita ejecutar, también puede ser una persona que por demasiada afición a dormir se levanta de la cama tarde o con repugnancia.

Lo cierto del caso es que descubrimos las variadas formas o sinónimos de este adjetivo, entre ellas flojo, haragán, holgazán, huevón, ocioso, apoltronado, poltrón, culero, desocupado, remolón, zanguango, zángano, vago, vagabundo, tumbón, remiso, indolente, dejado, dejativo, gandul, molondro, mandria, agalbanado o galbanoso y calmoso.

Ahora bien, ¿conocen algún otro modo de llamarle a una persona perezosa? De ser así, no dejen de contarnos…