Relato de un botiller

Soy un botiller moderno y vendo toda clase de licores en una botillería, aunque como soy ñurdo se me rompen las botellas cuando uso la mano derecha. Hablo español y también ecuo porque nací en un antiguo pueblo del Lacio en Italia, pero desde hace dos años vivo en Chile. En la clase de lengua me costó mucho entender la palabra mediato, la maestra decía que significaba una relación de cercanía en el tiempo, pero había un mediador, como en la tríada abuelo-papá-nieto.

Han pasado muchos años, pero recuerdo que en primavera salía a recoger setas cerca de mi casa. Los setales, con sus hermosos hongos en forma de sombrilla, adquirían caprichosas formas y se convertían en un rico manjar durante la cena. En la laguna detrás de la casa habitaba una focha de hermoso plumaje negro, siempre alimentándose de caracoles sapencos. Era un ambiente natural agradable, pero ningún árbol se parecía al alim que es propio de Filipinas y llega a medir tres metros y medio   altura. Sus hojas combinadas con aceite de ajonjolí curan la hinchazón de las piernas.

Debo confesar que me caracterizo por ser muy barbián o, como dice mi novia, muy desenvuelto, así que me visto con un bluyín, me como un caramelo tofe hecho de café con leche y trato de ser feliz. Hui de mi padre que solo decía: ¡Pudelas el hierro o te vas de la casa! Mi sueño era ganar el concurso de Míster Italia, pero quedé en el puesto decimosexto. Mi padre se burló porque fui el seceno y me dijo que ahora sí se me iba a ahajar el rostro, dos palabras de viejo que ya están en desuso.  Definitivamente, no me veía derrochando mi juventud haciendo dulce el hierro colado, quemando parte de su carbono en hornos de reverbero.

Ahora vivo en una zahúrda, una verdadera pocilga. Tengo poco dinero y debo soportar los vagidos del hijo recién nacido de la vecina cada vez que tiene hambre. Pero no me importa, con el calor de pudelar el hierro mis células glías o neuroglias se iban a atrofiar. Prefiero preparar mis tragos en la noche y cuando estoy libre ayudo en la granja de mi vecino. Antes de llegar hay un quingo, como le dicen en Ecuador y Colombia al recodo o revuelta de un camino. Mi trabajo es darle herrén al caballo para que se alimente bien con avena, trigo o centeno. Todo este forraje debe cortarse verde porque si lo dejo marcir es más difícil porque ya está marchito.

Ven para que pasees un día contento y oxees a las gallinas mientras este experto botillero te invita un trago.

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NOTA: ESTA SERIE DE PALABRAS RESULTÓ DE UNA PARTIDA DE DUPLICADA EN 2018 Y EL TABLERO MOSTRADO EN ESTE ESPACIO CUMPLE SOLAMENTE FINES DE VISUALIZACIÓN.

Autor: Susana Harringhton

Venezolana, profesora universitaria, amante de la literatura, orgullosa de sus raíces. Agradecida por los amigos que la vida y las letras le han regalado.

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