grujir: término usado en la vidriería y significa igualar con el grujidor (barreta de hierro) los bordes de los vidrios después de cortados estos con el diamante.
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En 1999 se disputó en Caracas el III Campeonato Mundial de Scrabble en Español. Para mí, debutante en esas cosas, todo era novedad y sorpresa. Además de la proverbial hospitalidad de los jugadores venezolanos que comencé a conocer y valorar en esos días, la primera sorpresa fue que cada ronda se armaba por sorteo entre todos los jugadores. Si salía un rival repetido, se sorteaba de nuevo.
El torneo consistió en siete rondas (poco para tanto viaje, ¿verdad?), que se jugaron seis el sábado y sólo una -última y decisiva- el domingo por la mañana. La clasificación se realizó por suma de puntos, sin importar las partidas ganadas o no. Los dos jugadores que sumaron más puntos pasaron a la final, que se disputó al mejor de tres juegos.
Los participantes se fueron clasificando de distintas y extrañas formas, y enterarnos provocó otra serie de sorpresas. Por ejemplo, María Cecilia Duda, de Perú, se clasificó luego de un torneo en el que jugaban de a cuatro en ronda. Y las dos jugadoras colombianas llegaron por haber ganado un concurso de redacción, auspiciado por Mattel. No habían jugado nunca en su vida. Nos decían: “Me han dicho que el juego se aprende fácil”… a lo que contestamos con media sonrisa: “Sí, en un par de minutos estarán listas para jugar el Mundial”. Y así les fue…
Los jugadores mexicanos estaban acostumbrados a jugar con el diccionario Larousse y se sorprendieron al saber que se utilizaría el Diccionario de la Real Academia Española, Edición 21 (tapa amarilla, ¿recuerdan?). Así que, la noche anterior al inicio del torneo, estaban desesperados leyendo el diccionario por los rincones.
Cada partida consistía en solo 12 jugadas de cada uno, y ahí se terminaba, con o sin fichas en la bolsa. Y el reloj era de dos minutos por jugada. Sonaba un pitido cuando faltaba un minuto, otro cuando quedaban 30 segundos y uno por segundo en los últimos cinco. Así que todo el tiempo estaba pitando algún reloj en el salón.
Mi primer rival fue don Oswaldo González, de Ecuador. Pude ganarle, sufriendo un poco. Pero no es el objeto acá contarles sobre mi desempeño, aunque quedé bastante satisfecho al terminar sexto entre los 32 participantes.
La final se disputó entre Amanda Gauna (Argentina) y Joan Manchado (España), que había sido el primer Campeón Mundial en 1997. Amanda era debutante en mundiales. Se armó un tablero gigante y los restantes jugadores mirábamos y comentábamos las partidas (en voz baja, porque los finalistas estaban en el mismo salón, ahí cerca). Colocaron varias jugadas que anticipamos, algunas que vimos no las colocaron, pero sobre todo hicieron algunas jugadas que nadie previó. Recuerdo que Amanda colocó grujías en triple palabra y se despertó un murmullo. ¡Era una palabra muy rara!
Ya sin esperanzas, en el final de la segunda partida, Joan colocó “reguisan” (inválida) y tuvo que levantarla. Amanda jugó algunas fichas y Joan terminó muy apropiadamente con resigna. Y se resignó al subcampeonato, que no es poco. Y todos aplaudimos a Amanda, la primera campeona mundial argentina. ¡Nuestra campeona de otro siglo!
Muy interesante saber cómo empezó y cómo han cambiado las reglas. Y además, una nueva palabra. ¡grujías! Gracias, Horacio.