Desde hace siglos el calzado complementa las prendas de ropa y se ha adaptado a las costumbres de una época y a los valores culturales de cada nación. En muchos casos, llevar un determinado tipo de zapato daba cuenta del estatus social de una persona y también de su ocupación. Por ejemplo, jervilla o servilla (ambas en desuso) era propio de las esclavas y se caracterizaba por ser ligero y con la suela muy delgada, mientras que el múleo era un calzado de color purpúreo usado por los patricios romanos, al igual que cámpago, utilizado por dignatarios romanos y bizantinos.
En la Roma antigua, cáliga era un tipo de sandalia guarnecida de clavos calzada por los soldados. Luego, en el medievo, pasó a designar en plural a unas polainas empleadas por los monjes y después por los obispos; mientras cálceo era un calzado alto y cerrado utilizado por los romanos.
En el ámbito artístico, coturno era el calzado empleado por los actores para incrementar su estatura durante la puesta en escena de una obra; el material de su composición era el corcho. Otro calzado que semeja el coturno antiguo es la zapata, que llega a media pierna.
Y como el refrán dice “zapatero, a tus zapatos”, seguiré revisando a ver qué nuevas palabras puedo compartir con nuestros lectores acerca del mundo sutorio, es decir, del arte de hacer zapatos.
Palabras en Juego les invita a releer…
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