
El ejercicio democrático se sustenta en la posibilidad de elegir al candidato que represente la mejor opción según el elector. En el proceso de candidatear, candidatizar o candidatar a alguien para un puesto de elección intervienen distintos elementos que subyacen a las dinámicas internas de los partidos políticos.
En época electoral, muchos candidatos sacan a pasear sus buenas intenciones y algunos cándidos votantes o sufragantes pueden caer fácilmente en las actividades propias del electorerismo o electoralismo, que es una actitud y conducta motivada por razones puramente electorales y la podemos observar en las promesas que llueven por doquier y, fácilmente, desde los más simples a los más complejos problemas, pueden ser resueltos desde el discurso.
En Argentina y Uruguay se usa el término patriada para designar a una campaña de un grupo social o político que se hace invocando la necesidad de salvar a la patria, ya sabemos qué puede resultar de estas iniciativas, muchas veces asociadas al mesianismo.
A algunos de estos personajes es posible llamarlos engañabobos, engañamundos o engañanecios, porque el fin último es solo embaucar para obtener un beneficio, que en este caso es el voto.
Asimismo, entre primeras y segundas vueltas pueden surgir intrigas y maniobras, que se califican como electoreras y muchas veces salen a relucir acusaciones de fraudes, alianzas y reacomodos en pos de la obtención de un determinado cargo.
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