
La hipología es el estudio general del caballo, y este tema que nos da para revisar muchas palabras asociadas con este animal cuyos orígenes se remontan a miles de millones de años, pues se cree que el paleosaurio, mamífero del período Oligoceno, es uno de sus antepasados.
Empezaremos con aspectos externos como el pelaje: allí aparece una gran variedad de tonalidades que, a su vez, nos remiten a mezclas de colores, alusiones a frutos, especies y a otros animales; por ejemplo, el alazán o alazano es de un color rojizo que se aproxima al de la canela; mientras el overo es parecido al melocotón; el pelaje del roano o ruano tiene una mixtura entre blanco gris y bayo (blanco amarillento) y el del rosillo entremezcla blanco, negro y castaño.
También están algunos que podemos llamar unicolores como el zaino, que es marrón oscuro en su totalidad y por ello también se denomina retinto o albazano. Al compararlo con otros animales, tordo o tordillo nombra a un caballo cuyo pelaje es una mezcla de negro y blanco, como el plumaje del ave, caso similar al del cebrado o acebrado, este equino presenta manchas transversales de color negro.
Asimismo, encontramos el rucio, que es de color pardo claro, blanquecino o canoso, además, el careto tiene la cara blanca y el resto de la cabeza oscura; también está el manialbo, este se distingue por sus patas blancas.
Si bien hay caballos hermosos, ideales para postales, publicidad u otros fines, hay otros que no cumplen con los estándares de belleza equina, por tanto, tenemos adjetivos como matalote, mancarrón, matungo, matalón, penco, ruco, jamelgo, anquiseco o cuadrilón, los cuales describen a caballos de mal aspecto, flacos y endebles, de allí que los podemos clasificar también como arrocinados, es decir, cercanos al mundo rocinal o rociniego, porque tienen un parecido con el rocín o rocino; de este grupo proviene rocinante, sin duda, el caballo más famoso de la literatura.
Difícilmente, un rocino será escogido para convertirse en un garañón o un hechor, es decir, en semental, porque dista mucho de ser reconocido por su velocidad, fuerza y belleza, condición que sí posee un purasangre valorado en altas sumas de dinero por sus condiciones para los deportes hípicos, como las carreras en el hipódromo o el raid ecuestre.
Hasta aquí llega esta breve cabalgata entre jacos y corceles. Para profundizar en este tema, se requiere un hipólogo.
Palabras en Juego les recomienda releer…