Sembrar para cosechar es la aspiración de todo aquel que se dedica al oficio de la agricultura, noble labor que hace posible que tengamos en nuestra mesa diversidad de frutas, hortalizas y vegetales. Pero la acción de sembrar llamada semencera, sementera, sembradura o simienza (en desuso) no se puede iniciar sin antes haber realizado unos buenos surcos y tener una simiente de calidad.
El proceso de semillar o granear es apenas un paso: se requiere cuidado y constancia para que la semilla germine, nazca la plántula y alcance la sazón de los frutos en el tiempo esperado. Para ello hay que aporcar y desaporcar la tierra, además de asegurar un buen sistema de riego. En ocasiones habrá que machetear, escardillar o rastrillar para arrancar las malas hierbas y evitar que se forme un malezal.
Partimos de esta analogía para describir lo que han sido las 900 publicaciones de Palabras en Juego distribuidas en diversas secciones. Cada una ha estado dirigida a divulgar la riqueza de nuestra lengua, convocando el interés de nuestros lectores, quienes fertilizan este terreno y amplían cada entresurco que queda entre las propuestas que les ofrecemos de lunes a viernes.
Como si fueran árboles, a nuestra editora general le ha tocado podar, desramar, escamondar, chapodar, cachipodar y esbajerar algunos textos para que tengan la forma y extensión adecuada. Si en el primer intento no quedan como se espera, ella vuelve a repodar. Del aspecto estético se encarga nuestra diseñadora gráfica, quien siempre escoge las imágenes apropiadas para ilustrar nuestras producciones.
Y así, como antiguamente se usaba un pósito para guardar cereales durante mucho tiempo, en la página web nuestros lectores pueden volver a revisar todos los textos que han abrotoñado (brotado) de la inspiración de este equipo y de nuestros colaboradores.
Finalmente, estamos seguros de que este proyecto continuará porque no se trata de cualquier terrezuela, tierra de poca sustancia o de poco valor; o de una landa, terreno donde solo crecen plantas silvestres: durante 900 artículos hemos sembrado conocimientos, pero especialmente nos complace haber cultivado amigos en distintos lugares del mundo. Esta labor no se detiene y esperamos contar con el apoyo de todos ustedes para seguir raiceando o echando raíces.
Estoy segura que la cosecha recogida en estas 900 hectáreas ha sido de altísimo valor. Dios les siga bendiciendo con ese abono que ha mantenido esta tierra produciendo.
Excelente texto, Susana H. Felicidades por las plántulas y que este proyecto continúe raiceando.