El mundo de la química nos permite adentrarnos en un conjunto de términos de gran valor para el juego de palabras cruzadas. Algunos tienen un vínculo con la mitología griega como tántalo, prometio y niobio, derivados de los personajes Tántalo, Prometeo y Níobe: el primero, castigado a sufrir sed y hambre por robar la ambrosía de los dioses, mientras Prometeo quedó condenado a que un águila le devorara el hígado que se regeneraba por las noches, todo por haber llevado el fuego del olimpo a la tierra. Níobe era la hija de Tántalo y, por declararse superior a la diosa Leto, sufrió un duro castigo y fue transformada en una roca.
Ahora bajamos al inframundo: Plutón, el dios que rige en el averno da origen a plutonio; a partir de Neptuno, llamado rey de los mares, tenemos neptunio; de Mercurio, mensajero de los dioses en la mitología romana, en minúsculas surge mercurio y esta constelación planetaria cierra con Urano, del cual deriva uranio, para dar paso a la fuerza de los Titanes con el elemento químico número 22, el titanio, que por su dureza tiene muchos usos en la industria aeroespacial.
Finalmente, la mitología escandinava reclama un lugar en el área química, porque del dios Thor proviene el nombre de torio, elemento cuya presencia es escasa y se usa en aleaciones para endurecer a otros materiales; mientras que el vanadio nos recuerda a Vanadis, diosa del amor, de la belleza y de la fertilidad en la cultura nórdica.
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