En un ameno desayuno familiar se me ocurrió como tema de conversación el mencionar algunas adivinanzas, las más sencilla pero cautivante para mí fue una que aprendí desde el primer grado: “oro parece, plata no es”.
Este acertijo tan básico trajo a la luz de mi entendimiento una figura retórica que uso con asiduidad, porque suelo andar bromeando y haciendo juegos de palabras de forma natural y automática; es impresionante la aplicación tan recurrente que le doy, solo que hasta ese día de compartir en familia caí en cuenta del nombre que tenía esa práctica que forma parte esencial de mis días: calambur.
Esta simpática palabra, calambur, que para nada tiene que ver con los deliciosos cambures (fruto de la familia del plátano), es una figura retórica que consiste en la agrupación o separación de las sílabas de una o más palabras, con la finalidad de otorgarle un significado distinto al que tiene en su posición original.
En la adivinanza de aquel desayuno: “oro parece, plata no es”, se evidencia un calambur, jugando con las sílabas, podemos convertirlo en “oro parece, plátano es”, esto cuando se trata de una oración, cuando se trata de una palabra tenemos como ejemplo: “comensales” y “comen sales”.
El calambur es un recurso muy utilizado en los apasionantes juegos de palabras, en las adivinanzas y también en poemas y versos, como figura retórica o literaria, pertenece al grupo de figuras de dicción (aquellas que consisten en la modificación de la forma o sonido de las palabras o su sintaxis dentro de las oraciones). Su función principal consiste en ocultar dobles significados o ambigüedades.
Etimológicamente hablando, calambur viene de las primeras sílabas de dos vocablos italianos: calami, pluma y burlare, mofarse o burlarse, es decir, burlarse con la pluma, aunque varias fuentes argumentan que vendría del árabe kalembusu (palabra equivocada) y otras tantas aducen que pertenece al francés calembour (juego de palabras).
Uno de los calambures más famosos se le atribuye al genial escritor español Francisco de Quevedo, cuando llamó coja a la reina Mariana de Austria (esposa de Felipe IV y quien realmente cojeaba), sin que ella se enterase y menos ofendiese. El gran poeta se presentó ante ella invitándole a escoger entre dos flores que le llevaba, diciéndole: “Entre el clavel blanco y la rosa roja, Su Majestad escoja”.
Aún más demostrativo pero de recursos más complejos es el calambur que nos aporta Rafael Martínez Rubio:
¡Encontraba jovial tal instrumento
porque contra bajos sones me trajo
con trabajo tan excelsos que al viento
solos son, porque son del contrabajo!
En forma de sonidos, también podemos encontrar calambures, como en el simpático ejemplo del Conde de Villamediana (poeta español del Barroco), que les mostraremos a continuación y que se refiere a un fulano de apellido Vergel, a quien su esposa engañaba con medio Madrid:
¡Que galán entró Vergel
con cintillo de diamantes,
diamantes que fueron antes
de amantes de su mujer!
Seguramente un calambur no muy bien apreciado por el señor Vergel.
Para finalizar, les dejo otros calambures, de autor desconocido. Ya quedará de parte de cada uno de ustedes elaborar los propios:
¿Quiénes más, son de aquí? / ¿Quién es masón de aquí?
En la oficina de empleo: ¿le interesa de jardinero? / ¿Dejar dinero yo a ustedes? ¡habrase visto!
¡Ave!, César de Roma. / A veces arde Roma.
Aitor Tilla / Hay tortilla.
Mi comandante / Mico mandante
El dulce lamentar de dos pastores. / El dulce lamen tarde dos pastores.
Entreno en coche deportivo / En tren o en coche deportivo.
Palabras en juego les invita a leer también…
Buenas tardes, desconocida el significado de la palabra calambur pero ahora conozco lo que significa. Como se pueden crear frases y poemas.
Buenos días, aprendí algo que es muy importante para nuestra lengua española, nunca la había oído: calambur (interesante) gracias y felicitaciones por tus amplios conocimientos de nuestro castellano!