Cuando hablamos de gentilicios debemos tener mucho cuidado, ya que una sola letra mal ubicada puede colocar al natural de una región justamente en las antípodas del lugar en el que nació. Un ejemplo de esto es el caso de los coreanos y los corianos. Los primeros son los nacidos en cualquiera de los países de Asia que comparten el mismo nombre, Corea, y los segundos pueden ser naturales de Coria (España) o Coro (Venezuela), así que cambiar una “i” por una “e”, y viceversa, ubicaría a estas personas a miles de kilómetros de su lugar de origen.
También se da el caso de los nacidos en Vargas y en Bargas, que podría parecer igual por el sonido de la uve y la be, pero tenga en cuenta que al natural de Bargas, una población de la provincia de Toledo, en España, se le llama bargueño, mientras que se le llama varguense al natural del estado Vargas, en Venezuela, que era como se conocía al que hoy es el estado La Guaira.
Es un error común (al menos en Venezuela) es hablar de trinitarios para referirse a los nacidos en Trinidad y Tobago, pero lo cierto es que los habitantes de este país caribeño son trinitenses, mientras que los trinitarios son de Trinidad, nombre que reciben tres poblaciones en el continente americano, específicamente en Cuba, Bolivia y Uruguay.
Ni hablar de caraqueños y caraquenses, ambos de Caracas pero no del mismo punto del globo terrestre. El caraquense es el natural de Bahía de Caracas, un cantón de Ecuador, mientras que el caraqueño es natural de la capital de Venezuela, como quien escribe, que además de caraqueño también es caraquista, aunque esta última no es una palabra aceptada por la Real Academia, término ampliamente usado en el mundo deportivo para referirse a la fanaticada de los gloriosos Leones del Caracas, equipo del beisbol profesional venezolano.
Una ciudad que sí da para muchos gentilicios, pero conservando las distancias (y nunca antes mejor dicho) es Mérida, ya que para referirnos a los naturales de esa ciudad y/o estado, podríamos hablar de merideños, meridanos y emeritenses, pero separados por miles de kilómetros.
Los merideños son los naturales de Mérida (Venezuela), los meridanos son de la capital del estado de Yucatán, en México, y los emeritenses son de Mérida, la capital de la comunidad autónoma de Extremadura, en España.
Con los sucreños y sucrenses no hay barreras geográficas, pues así se les llama indistintamente a los naturales de Sucre, que son municipios, departamentos, estados o ciudades en Hispanoamérica que comparten este nombre en honor al prócer venezolano Antonio José de Sucre. No ocurre lo mismo con lareño y larense, pues el primero es natural de Lares, un municipio de Puerto Rico, y el segundo es el nacido en el estado Lara, en Venezuela.
Y si de nombres propios pareciera que se trata, les podría decir que “Delia es helena” o que “Helena es delia”, pero no estoy queriendo decir que se trate de la misma persona y mucho menos que así se llamen estas mujeres griegas. También debo aclarar que no estoy incurriendo en un error al dejar de usar la mayúscula inicial en lo que parecieran nombres propios, ya que me refiero a sus gentilicios, porque una delia es helena porque nació en Delos, cuyos habitantes son delios y delias, el gentilicio de los nacidos en esa isla de Grecia, de donde son naturales las helenas y los helenos, o simplemente las griegas y los griegos.
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