
Las interjecciones son palabras muy valiosas dentro de las conversaciones cotidianas porque nos permiten saludar, demostrar emociones e invitar a otras personas a que hagan o dejen de hacer algo, entre otras funciones; así que pensé: ¡oh, puedo escribir sobre eso! Entonces, una voz con acento mexicano me susurró: “¡órale!” y otra me dijo: “ay, consigue un tema más interesante”. De inmediato, percibí el sonido de una risa lejana: jajay, que se extendía a ajajay.
Sin embargo, no desisto tan fácilmente porque, así como hay interjecciones que denotan rechazo, desprecio o indiferencia (bah, uf, hum, pche, pchs), existen otras que me invitan a seguir, así que ázcale, áxcale, hay que continuar en la lectura del diccionario, ¡ale, tú puedes!
Por eso continué en mi búsqueda. A medida que leía, el listado de palabras crecía y solo pude exclamar: ¡guau, diay, cáspita, córcholis y recórcholis! Los habitantes de los países andinos tienen muchas maneras de expresar la sensación causada por el frío: chachay, achachay, alalay y alalaú; caray, solo de saber eso me dieron ganas de comprar un abrigo… ¡jolines, no tengo suficiente dinero!
Y así, este breve relato llega a su final. Después de todo, creo que lo logré, ¡yupi, hurra! Hasta otra oportunidad, mis queridos lectores, me despido: chao, chau, adiós, agur, abur… ojalá que cuando terminen de leer no digan ¡fuchi, fúchila, guácala! está demasiado aburrido… uy, me romperían el corazón.
Palabras en Juego les recomienda releer…
Ja,ja,ja está muy bueno, gracias Susi por tu dedicación