
El menú de los insectos es bastante amplio y permite adjetivarlos de distintas formas, por ejemplo, los hematófagos se alimentan de sangre de animales y personas. En este grupo están el jején, el chinche, la vinchuca (vector del mal de Chagas) y el molesto tábano cuyos sinónimos incluyen tabarro, colicoli, coliguacho y gabarro.
Asimismo, hay otros insectos que se inclinan por comer madera y reciben el nombre de xilófagos. En este grupo están la termita, también conocida como térmite, termes, sepe, comején y anay; esta puede devorar desde un pequeño mueble hasta enormes galeones. Las colonias que construyen se llaman termiteras. Otro insecto que ama roer es la carcoma, caroncho, caronjo, gardama o quera, crea distintos túneles por donde avanza impasible en su proceso de devoración.
Por último, los fitófagos consumen plantas y otras materias vegetales. Entre ellos está la típula, que se deleita con el jugo de las flores, mientras el arañuelo extiende su red para destruir los sembradíos; el callueso se decanta por las hortalizas y el galapatillo por las espigas de trigo. Como se observa, las preferencias de los fitófagos son diversas y pueden ir desde consumir varias plantas hasta una en particular, tal es el caso de la filoxera que ataca los viñedos. Por su parte, el alfilerillo es una plaga para el tabaco y el picudo destruye la planta de algodón.
En este listado de insectos también aparece el barrenillo, un tipo de escarabajo cuya capacidad destructora es comparada con la de un barreno, de allí su nombre. Este perfora la corteza de las plantas hasta llegar a la albura (capa blanca donde se encuentra la savia). La cetonia también es un escarabajo muy llamativo por su color verde metalizado, vive entre las flores y se alimenta de polen y de pétalos.
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