La lectura de Maldito amor, una novela de la escritora puertorriqueña Rosario Ferré, me sumerge en el mundo de la industria de la caña de azúcar por la importancia que tiene en la vida de los personajes. Por eso, hoy me detengo en este tema. Esta planta es originaria de la India y se conoce desde hace miles de años. Adopta varios nombres, pero su dulzura es la misma, no importa si se le dice caña melar, cañaduz o cañamiel.
La industria azucarera obtiene su materia prima del cañaveral, cañaduzal o cañamelar y el proceso es largo para garantizar la calidad del producto final; por ello, en Cuba, el caguaso se descarta por ser una caña de baja calidad.
La planta de caña crece varios metros y despliega su flor de verolís. En Puerto Rico, la espiga florida se llama guajana. Cuando está lista para cosechar es el tiempo de la zafra y es cortada por el pailero o zafrero luego de la quema, de allí continua el resto del proceso para ser exprimida y reducida a un simple bagazo o gabazo que es empleado para preparar alimentos para animales, entre otros usos.
Además del azúcar, se obtiene melaza, panela, tapa, papelón o piloncillo según el nombre dado en cada país. En tierras ticas, tamuga es un conjunto de dos pares de conos truncados de dulce o de panela. No podemos olvidar que en diversas localidades se vende guarapo de caña con su infaltable toque de limón y esto puede ser en puestos ambulantes o en una guarapera.
Finalmente brindaremos porque la caña endulza y también embriaga, ya que es la materia prima para el ron, un producto ampliamente utilizado en la preparación de bebidas como el daiquirí, el mojito y la cubalibre, solo por nombrar algunos, así como de la cachaza, un aguardiente de origen brasileño producido de la destilación de la melaza de caña.
Palabras en Juego les desea un bendecido año 2025 y les recomienda releer…