Soy toboseño porque nací en ese pueblo inmortalizado en la obra cervantina; quizás de allí heredé esa afición por las novelas de aventuras y por los viajes que me ha llevado a recorrer España, así como otros lugares del mundo, un día puedo estar compartiendo con un lerense que habita en Pontevedra y a la semana siguiente conozco a un epilense en la provincia de Zaragoza. Épila es un municipio lleno de historia que se remonta a los celtíberos.
Y aunque ya no existe la Casa de la Contratación en Sevilla y el sueño de volver rico de las Indias se disipó hace siglos, conocer América siempre es una experiencia gratificante, así que en pleno siglo XXI llego a El Paraíso. Los paraiseños del Departamento de Honduras me reciben muy bien y de allí sigo por carretera a Nicaragua, tierra de volcanes. En Boaco, me siento agradado por la cordialidad del boaqueño. Le hacen honor al significado de Pueblo o Lugar de Encantadores.
Los nicas (nicaragüenses) de Ocotal también me muestran las bondades turísticas del Departamento de Nueva Segovia y el orgullo de ser ocotaleños. La curiosidad del nombre de este departamento y los vestigios del pasado español, en ese afán casi obsesivo de los conquistadores por honrar sus lugares de origen, me llevan a una ciudad de Venezuela que antiguamente fue bautizada como Nueva Segovia de Barquisimeto, hoy capital del estado Lara, aunque su gentilicio no es segoviano, sino barquisimetano. Los larenses son herederos de una historia vinculada a los tudescos (alemanes), un grupo importante de teutones habitó en su territorio y ostentó posiciones de poder gracias a los negocios con la Corona española.
A medida que avanza mi recorrido me doy cuenta de que Latinoamérica está llena de gentilicios unidos al santoral católico, así tenemos algunos que incluyen la apócope de santo (san) como sanjuanino en Nicaragua y sanjuaneño en Argentina y Uruguay. En otros casos no ocurre así, como en migueleños en El Salvador; en otros se admiten ambos como sinónimos cristobalense y sancristobalense, denominación de los habitantes de una ciudad de Venezuela en la frontera con Colombia.
Los elementos religiosos, como forma de nombrar poblaciones, es una impronta que está allí y coexiste con los nombres prehispánicos como ñublense o ñublino en la Provincia de Ñuble en Chile, mexicalense de las tierras aztecas de Mexicali o yotaleño, de Yotala en Bolivia, solo por nombrar algunos.
Este artículo es apenas una pequeña cartografía de una larga lista de gentilicios que conoceremos en otro viaje por el Diccionario de la Lengua Española.
Palabras en Juego les recomienda releer…
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