Consejos del Crápula a jóvenes escritores

Puede que en esta vida nada haya más satisfactorio para mí que el poder escribir con la esperanza de que alguien en alguna parte lo leerá y quién sabe si, quizás con un poco de suerte, puede que incluso le guste.

Aunque suene algo pretencioso, creo que siempre he sido escritor y lo único que lamento profundamente es haberme dado cuenta de ello cuando ya casi era demasiado tarde.

En mi adolescencia perpetré algún conato de intento, con resultados más bien raquíticos por cierto, que concluyeron en unos cuantos folios arrugados que pasaron de mano en mano entre mis compañeros de instituto y la consecución de un accésit en un concurso de relatos breves (muy similar a este que os propone Palabras en Juego), el cual obtuve además inmerecidamente plagiando palabra por palabra un relato breve del libro “Sin plumas” de Woody Allen. Con estos antecedentes, quizás yo no soy la persona más idónea para motivaros ni daros ningún tipo de consejo, pero dejadme que sea al menos un mal ejemplo a no seguir y espero que sepáis valorar la extraordinaria catarsis que significa para mí el desnudaros mi alma confesando por primera vez en mi vida tan vergonzosa acción.

Después de tamaño despropósito, durante 30 años me autoinfligí, es cierto que de forma absolutamente inconsciente, el más duro de los castigos y me vi abocado sin remisión a un cruel ostracismo literario. Durante todo este tiempo, cientos de historias, cientos de reflexiones, miles de frases y millones de palabras fueron proscritas en una lúgubre mazmorra interior y, como centinelas, mis miedos e indecisiones. Y allí permanecieron sumisas, sin darse cuenta de lo fácil que hubiese sido para ellas huir entre los barrotes en busca de la promesa de libertad de algún hipotético lector.

Hasta que un maldito día y tan a traición como un disparo por la espalda, el Scrabble llegó a mi vida, desordenándolo todo. Al principio comencé escribiendo alguna pequeña reseña sobre los torneos en que participaba, poco a poco fui introduciendo en mis textos pequeñas dosis de ironía y sarcasmo, después empecé a retorcer y deformar la realidad llegando a dejarla prácticamente irreconocible hasta el punto de que finalmente perecí fagocitado por el personaje que yo mismo había creado, convirtiéndome sin remisión en “El Crápula”.

Mis crónicas de los torneos relatando las aventuras y desventuras de un jugador mediocre de Scrabble fueron alcanzando cierta fama (inmerecida, sin duda) entre cientos de admiradores de todo el mundo que alababan mi ingenio y me suplicaban que continuase escribiendo.

Y eso hice, aunque siempre publicando en redes sociales y con un número muy limitado de sufridos lectores.

Experimenté mis primeros escarceos con la poesía y un día decidí enviar una a un concurso (esta vez no fue un plagio, la escribí yo) y aunque no conseguí ningún premio, sí fue seleccionada entre las mejores y publicada. También participé en otros concursos literarios de relatos cortos y de microcuentos y logré que alguno fuese elegido para su publicación.

Aunque os juro que todo esto es lo de menos, creed lo que os digo: seguramente ni yo ni ninguno de vosotros ganaremos el Nobel de literatura (vosotros, al menos, seguro que no) pero lo verdaderamente importante es que seáis capaces de perder el miedo a compartir con los demás pedacitos de vuestra alma y de mostraros desnudos ante todos, sin pudor alguno, ataviados tan solo con los harapos de unos cuantos folios hechos jirones.

Escribir es fácil, pero escribir bien es sumamente difícil; necesitaréis de mucha valentía para ser crudamente sinceros sin pensar en las consecuencias, tendrá que doleros cada palabra escrita y a cambio tendréis la oportunidad de experimentar la maravillosa sensación de poder decir cosas que seríais incapaces de decir sin la coartada de una hoja en blanco de por medio.

Os animo a que lo intentéis. Estoy seguro de que todos tenemos alguna historia que contar y pensad que quizás lo único que puede determinar la diferencia entre la satisfacción inmensa de que un extraño conozca la vuestra y se emocione, llore, se enfade o se ría con ella y la insatisfacción eterna de guardarla para siempre en algún recóndito rincón de vuestro olvido, sea esa pequeña pero decisiva y valiente decisión de presentaros al concurso Lexicuentos 2024.

Yo al menos, os aseguro que estoy deseando leer vuestras historias y ha sido un grandísimo placer compartir la mía con vosotros.

Y ahora me despido porque, como supere las mil palabras, Norma Garza me mata.


accésit: En certámenes científicos, literarios o artísticos, recompensa inferior inmediata al premio.

catarsis: Purificación, liberación o transformación interior suscitadas por una experiencia vital profunda.

ostracismo: Aislamiento, apartamiento de cualquier responsabilidad o función política o social.

fagocitado: Absorbido

escarceos: Tanteo, incursión en algún quehacer que no es el acostumbrado.


Palabras en Juego te invita a leer las bases del concurso de Lexicuentos y animar a los jugadores de 12 a 21 años a participar.

Autor: Juan José Mula "El Crápula"

Peón de industria conservera. Tergiversador de versos y perpetrador de textos, en horas bajas. Jugador mediocre de Scrabble. Amigo de mis pocos amigos y de mis muchos enemigos.

2 pensamientos en “Consejos del Crápula a jóvenes escritores

  1. Muy honrados con tu genialidad en nuestras página, Crápula. Tus crónicas son perfecta inspiración para los jóvenes escritores (¡y para todos!) pero estos consejos y esta confesión nos dejaron sin palabras. ¡Muchas gracias!

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