Las creencias populares latinoamericanas son diversas en torno a espantos y aparecidos que suelen manifestarse para aterrorizar, ejercer venganza y para castigar a quienes toman el camino del mal. Hace algunos meses fui invitada a compartir con estudiantes de República Dominicana y gracias a este encuentro pude conocer la leyenda de la ciguapa. Según el Diccionario de la Lengua Española, esta aparición fantasmagórica puede tener apariencia masculina y femenina –aunque en la cultura popular predomina la creencia de que es una mujer– y se caracteriza por tener los pies hacia atrás. Habita en cavernas y montes, pero baja a los ríos en busca de amores, anda desnuda y jupea (emite gruñidos como animal) cuando tiene necesidad de afecto y protección.
Ahora bien, al profundizar un poco más en este personaje pude observar que existen otros similares cuyo nombre varía según el país, como ciguanaba o siguanaba, cuya etimología viene del náhuatl (cihuatl ‘mujer’ y nahual ‘espanto’) y se usa en países de Centroamérica, al igual que cigua o cegua. Otros nombres, reconocidos como americanismos, son siguabana y siguamonta.
No se puede negar la afinidad que existe entre la ciguapa y otros espantos cobijados en los libros y en la rica tradición oral de nuestros países como el cadejo, un animal fantástico con forma de perro que en ocasiones asusta a caminantes y trasnochadores y en otras se los lleva. En Argentina y Paraguay se usa el portuguesismo pombero para un duende que adquiere diferentes formas. Su misión principal es proteger a los animales que habitan en la selva.
Y hasta aquí este breve recorrido por el DLE y los espíritus y fantasmas que viven en sus páginas.
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