“Si la vida te da limones, haz limonada”. Así dice una frase que alienta a no desmayar ante las dificultades y aplica perfectamente ante todo lo vivido en 2020, un año de pandemia y de cambios inesperados en los cuales las palabras repensar, mudar, trastocar y alterar estuvieron a la orden del día.
Ahora bien, específicamente el limón es una fruta cítrica de la familia de las rutáceas conocida por su sabor ácido, sus propiedades curativas y su uso en la industria de los cosméticos. El Diccionario de la Lengua Española recoge una gama de variadas palabras como limonado y limonada que hacen referencia a su color y también a la bebida que se prepara con el zumo; limonero o limonera designan tanto al árbol como a la persona dedicada a la venta del fruto cultivado en el limonar.
Dentro de la misma familia botánica de las rutáceas encontramos el limoncito un árbol propio de Filipinas cuyo fruto es agridulce y el limonario o limonaria es un arbusto cultivado El Salvador, Honduras y México, se distingue por sus flores pequeñas en racimo, blancas y olorosas. Produce bayas rojas, redondas y del tamaño de un guisante. Asimismo, el limoncillo es un árbol cuyas hojas tienen un olor similar al limón y su madera, de color amarillo, se emplea en ebanistería.
Entre los gentilicios está limonense que es una persona oriunda de Limón, provincia, cantón o puerto marítimo de Costa Rica. Asimismo, en Honduras, zampalimones es alguien entrometido. Otra palabra derivada que remite al campo de la geología es limonita, un hidrato férrico de color amarillo utilizado en los yacimientos.
Finalmente, los invito a exprimirle el jugo a este 2021 y a retomar los proyectos que, por diversas razones, quedaron en lista de espera.
Comentarios recientes