Apóstrofe y apóstrofo

En el relato “De avispones y abipones” nos referíamos a las palabras homófonas, que son aquellas palabras de sonido muy similar pero de significado distinto. Hago esta referencia porque, oyendo una conversación entre dos señoras de cierta edad, oí de una de ellas la frase “en diciembre estuve donde m’hijo”.

Mi mente, siempre pendiente de detalles lingüísticos, identificó inmediatamente -pero sin ápice de crítica- esa deformación en el habla; simplemente traté de construir de modo escrito lo que estaba escuchando y caí en cuenta de que perfectamente aplicaba un apóstrofe.

Luego quise ahondar más sobre la palabra apóstrofe, encontrándome con la agridulce sorpresa de que estuve errado toda mi vida: la palabra que correspondía es apóstrofo, dando lugar a dos palabras homófonas.

El apóstrofo es un signo ortográfico similar a una comilla simple o a una coma elevada (’) y es de uso común en lenguas como el inglés, el francés y el italiano. Este es el signo ortográfico al que yo me refería, y se usa para reflejar en la escritura, la eliminación de sonidos que se producen en ciertos niveles de la lengua oral, como es el caso que mencioné al principio y que dio origen a este artículo: “ven m’hijo”, o “pa’que tengas en cuenta”, o quizás también en “to’ lo que me digas”, etc.

Por otra parte, se utilizaba en la edición de textos antiguos para suprimir la vocal final de determinadas palabras (preposiciones, artículos, conjunciones) cuando la que sigue también es una vocal, por ejemplo: l‘aspereza (la aspereza).

Ahora, el apóstrofe tiene un significado mucho más interesante: es una figura retórica que consiste en dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigírsela a sí mismo en iguales términos. Esta palabra viene del griego apostrophe compuesto con el prefijo (apó = lejos de, privación o a través de) y (strofe = voltear), lo que nos resulta en “voltear hacia el otro lado”. En el teatro griego se usaba mucho cuando un actor interrumpía brevemente un discurso, dándole la espalda al público para invocar con vehemencia a aquellos seres reales o imaginarios, como en el siguiente texto de Gustavo Adolfo Bécquer, en Rima LII (1868):

Olas gigantes que os rompéis bramando… ¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis… ¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo… ¡llevadme con vosotras!…

En el ejemplo el poeta invoca a los elementos de la naturaleza para que hagan uso de su vida y así liberarse del sufrimiento que le atormenta, lo que nos supone la búsqueda de su empleo en el plano afectivo del lector u oyente, para que se identifique mejor con el personaje y entender así sus pensamientos y emociones.

El apóstrofe se usa con frecuencia en plegarias y oraciones. También tiene un uso extendido en la política y en la publicidad, por su capacidad expresiva, persuasiva y apelativa.

Autor: Itser González

Orgullosamente venezolano. Ingeniero de profesión, sociólogo de corazón y juglar en construcción. Apasionado de la conducta humana y ciego amante de las palabras.