“Pura vida” es la frase que distingue a nuestros hermanos ticos y su amplio uso se resalta en el turismo y el comercio costarricenses como símbolo nacional. Es un saludo, una despedida, un equivalente a “estoy muy bien”, una forma de agradecer y una expresión de alegría, bienestar, optimismo y aprecio por lo que se tiene. Se atribuye el origen de este costarriqueñismo a la película mexicana “¡Pura vida!”, protagonizada por Antonio Espino, conocido como “Clavillazo”, y Ramón Valdés en 1955 (estrenada en Costa Rica en 1956). *
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El 5.º Campeonato Mundial de Scrabble en Español tuvo lugar en San José de Costa Rica, a fines de noviembre de 2001. Mattel Internacional financió el torneo, que se desarrolló en un hermoso hotel moderno, pero con ambiente de hacienda cafetalera, en las afueras de la ciudad. Esta vez, tuvieron la gran idea de contratar un buen organizador, Marco Aurelio Zúñiga, que terminó siendo amigo de todos.
Participaron 36 jugadores, y por primera vez la Federación Internacional de Scrabble en Español (FISE) tuvo injerencia en la forma de disputa del torneo. Aprovechamos más el tiempo y se disputaron nueve rondas: seis el sábado y tres el domingo. Para las tres primeras se realizó un sorteo de forma que nadie enfrentó un rival de su mismo país. Al cabo de esas tres, los 24 que sumaron más puntos pasaron a la Semifinal A, y los 12 restantes a la Zona de Consolación. Todavía la suma de puntos tenía mucho peso. Las siguientes tres rondas se jugaron con rivales al azar dentro del mismo grupo. Los 12 mejores pasaron a la Final A, los 12 siguientes a la Final B. Y así se disputaron las tres rondas finales del domingo. Al cabo de las nueve rondas, se clasificaron por primera vez dos (muy) jóvenes venezolanos para la Finalísima: Benjamín Olaizola y Carlos González.
En un momento se armó una polémica entre Roberto Aguilar, el campeón del año anterior, y Francisco Javier Guerrero, de México. Aguilar colocó “necimada” (palabra inválida) y comenzó a contar. Guerrero impugnó y Aguilar dijo: “¡Ah, me equivoqué!: era encimada”. Guerrero lo “perdonó” porque entendió el error (y además, porque tenía ganada la partida), pero después le hicimos ver que esa generosidad podía costarle muy caro a algún otro jugador -en momentos en que se jugaba por suma de puntos- y que debió obligar a su oponente a retirar la jugada. Hubo un interesante debate (entre risas) y finalmente aceptó que así debió ser.
Estuvo presente, como visitante, un jugador “novato” que iniciaba su carrera como dirigente. Otra amistad que iniciamos ahí y sigue hasta hoy, incluyendo a nuestras familias: Héctor Klíe, que en ese momento todavía vivía en Venezuela.
La final se disputó en un ámbito muy agradable: el Museo de los Niños. Ganó Benjamín en dos partidas y así se consagró el primer Campeón Mundial venezolano, iniciando una trayectoria de alto vuelo que sigue hasta hoy.
Ese Mundial fue una grata experiencia para todos, sobre todo para los argentinos, que en cuanto volvimos nos encontramos con una de las crisis más graves de la historia (y eso que en eso tenemos la piel curtida…), pero eso es agua de otro pozo.
* Tomado de “La película que nos heredó el ¡pura vida!”, publicado por el diario costarricense La Nación en 2013.
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