La exótica uve doble

Hace cierto tiempo, cuando escribí sobre “Mi querida y obviada K”, les contaba de las confusiones que pueden surgir cuando se da por sentado que ciertas palabras tienen una sola grafía con la undécima letra del abecedario español (la K) e inconscientemente las eliminamos de nuestra “memoria Scrabble”, debido a que en la versión en español de este juego de las palabras cruzadas no está incluida esa letra, y es por ello que en la misma onda del trabajo que se hizo con la K, esta vez me dedicaré a revisar esas palabras que originalmente se escriben con W, pero que podemos meter de soslayo en el Scrabble, porque tienen una adaptación con las letras propias del idioma español.

La vigesimocuarta letra del abecedario español tiene varios nombres, como uve doble, doble uve, ve doble, doble ve y doble u. Yo prefiero llamarla uve doble, tal como se recomienda en la edición de 2010 de la Ortografía de la Real Academia Española, donde proponen “uve doble” como nombre único para esta letra.

Ya que se trata de una letra ajena a la ortografía española, las palabras que se han incluido en nuestro idioma sufren ciertas adaptaciones para asemejarla al sonido en el idioma original. Por ejemplo, en el diccionario podemos encontrar wellingtonia, la cual se convierte en velintonia, que es una especie de secuoya.

También está la whiskería o güisquería, el establecimiento donde se sirve whisky o güisqui.

Hay un par de gentilicios alemanes que tienen sus alternativas en español: weimarés y westfaliano, que se adaptaron como veimarés y vestfaliano, respectivamente. Se trata del natural de Sajonia-Weimar el primero, y de Westfalia el segundo.

Nuestro idioma también admite swahili, que es una lengua bantú que se habla en África Oriental, y su adaptación al español es suajili.

La wincha (del quechua) es una cinta elástica gruesa con que se sujeta el pelo sobre la frente, y tiene su adaptación al español como vincha.

Si revisamos la tabla periódica de los elementos químicos encontramos que el tungsteno tiene como símbolo la W, que proviene de wolframio (que tiene su origen en el latín científico) y así está aceptada en el español, junto a volframio, su adaptación poco usada.

En la misma tabla periódica encontramos al lawrencio o laurencio, cuyo símbolo químico es Lr.

Otros vocablos entraron directamente a nuestro idioma aunque no como xenismos, que son los extranjerismos que conservan su grafía original, como software, web o windsurf. Los siguientes no conservaron su grafía original: vagón (del inglés wagon), vals (del alemán walzer), el vermut o vermú (del alemán wermut), el guachimán (del inglés watchman), y el recientemente incorporado tuit, que es un trino de la red social Twitter, entre otras tantas palabras que hemos hecho propias de nuestro idioma español.

Autor: Mikel Anzola

Pesquisidor de datos curiosos, polígloto apasionado de los idiomas, en especial del español, y en los tiempos libres productor de radio y televisión.