La higiene personal es primordial pues andar grajiento, como se dice coloquialmente en varios países de Suramérica, no resulta muy apreciado socialmente: ese hedor a sobaquina que emana de las axilas, sobacos o islillas desaseadas espanta a cualquiera. En Venezuela decimos que una persona tiene violín. Para contrarrestar esta situación se pueden usar diferentes productos de tocador como un jaboncillo o un jabonete y si la crisis es extrema el jabonallo, un agua jabonosa utilizada en Nicaragua a falta de detergente puede resolver una emergencia. Todo sea por no andar sudoso.
En el ámbito del cuidado corporal existen limpiadientes o mondadientes (palillos) y lavadientes (enjuague bucal) y un producto con cerdas de buena calidad es el que se necesita que esté en el portacepillos, palabras que siempre van escritas en plural, al igual que los esenciales limpiaúñas y cortaúñas, requeridos para mantener la estética de manos y pies.
Y qué decir del cabello, que diariamente se debe cepillar o acepillar así sea lacio, o en las diferentes formas y nombres que pueden adoptar los rizos: sortijilla, guedeja, colocho. Asimismo, la lendrera es un peine que tiene púas finas y espesas y sirve de ayuda para librarse de la piojería (abundancia de piojos), esos indeseables insectos que producen una infestación llamada pediculosis.
El cabello da poder, eso era lo que distinguía a Sansón (sansón en minúscula, significa hombre forzudo en alusión al personaje bíblico). No en vano, la industria publicitaria dedica sus esfuerzos a mostrar las bondades de champús para todo tipo de melenas, como la vedeja, que es una cabellera larga.
En Argentina, Chile y Perú se usa champudo para referirse a alguien con el pelo enmarañado, mientras en Chile quiscas es una forma de adjetivar al cabello tieso.
Por el momento cerramos el grifo de la ducha y en otro momento volveremos sobre otros productos que sirvan para lavar, exfoliar o higienizar las distintas partes del cuerpo.
Palabras en Juego les recomienda releer…
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