Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir, te la digo veinte veces y no me la sabes decir, así dice la adivinanza. Obviamente, ya sabemos la respuesta. Y el mundo de las telas es un tema prolífico: cada tejedura (disposición de los hilos de una tela) nos lleva a muchas variedades como la cotonada o cotón, llamada así por estar hecha de algodón; de ese mismo material hay una fina tela que es el quimón, cada pieza mide seis metros y medio de largo y de ella se hace un corte de bata. La de mejor calidad se hace en tierras niponas.
Además, del algodón también se hace el corderoy y la bambula, la primera se distingue por patrones acanalados (tela de pana), mientras que la segunda presenta unos pliegues permanentes que le dan un aspecto arrugado. Con estas se puede diseñar una variedad amplia de prendas. Una tela antigua, cuya materia prima se extrae del algodonal, es el caniquí o canequí, que venía de la India.
Los productos que salen de la industria textil ofrecen a los consumidores diversidad de colores neutros, estampados florales y también formas geométricas, por ejemplo, la tirela tiene muchas listas o rayas; en el caso de la milrayas las líneas son muy finas y apretadas, mientras el cruzadillo forma líneas diagonales.
Además de usarse para la confección de prendas de vestir, las telas sirven para entelar o tapizar lugares u objetos como los zapatos forrados con tabinete o con tabí, sin olvidar los objetos decorativos; en la Francia del siglo XV, tener un gobelino era un símbolo de estatus, este tapiz representaba distintas escenas acordes a la estética y al diseño de interiores de ese momento.
Hasta aquí este recorrido por un pasillo del sector textil que, como dijimos al inicio, es un tema muy prolífico y hay mucha tela que cortar.
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