El 8 de agosto de 2021 fue la clausura de las olimpíadas y hace dos semanas cerraron las paralimpiadas, eventos de gran trascendencia que fomentan la sana competencia, el espíritu deportivo, la equidad y la inclusión.
Las diferencias entre ceñirse una corona de laurel o de olivo hace siglos atrás y obtener una medalla de oro elaborada con material reciclado de dispositivos tecnológicos en Tokio 2020 pueden parecer abismales. Sin embargo, prevalece el espíritu que marca estas competencias así como el peso que tiene la cultura griega y latina en nuestra lengua.
Hoy exploraremos palabras asociadas a dioses olímpicos inmortalizados en los nombres de los planetas. En el Diccionario de la Lengua Española aparecen en minúscula identificando elementos químicos propios de la alquimia: marte (hierro), júpiter, (estaño), venus (cobre), saturno (plomo); quien se intoxica con una sal que proviene de este metal es diagnosticado con saturnismo. En la famosa tabla periódica se registra el mercurio y, como derivados de los nombres de los otros planetas, están neptunio, uranio y plutonio, aunque Plutón desde hace algunos años se considera un planeta enano.
Asimismo, en el campo de la geología, neptuniano o neptúnico designa a un terreno o una roca de formación sedimentaria y, en ese mismo ámbito, el neptunismo plantea que la formación de la Tierra se originó por la acción del agua, quien cree en esta hipótesis se denomina neptunista.
Del mundo neptúneo, propio del dios del tridente, pasamos al venusiano o venusino, estos últimos son adjetivos para referirse tanto a lo relativo al planeta, como a la diosa del amor. Ella era poseedora de una gran belleza, de allí que venustidad o venustez refieren a una hermosura perfecta. Por su parte, el venusterio es un peruanismo para denominar a una habitación dispuesta en las cárceles para las visitas conyugales.
En relación con Urano, encontramos uranolito, que es un fragmento de un meteoro que atraviesa muy rápido la atmósfera y cae a la Tierra, otros sinónimos serían bólido o aerolito. Mientras la uranometría se ocupa de la medición de las distancias celestes, la uranografía se refiere a la astronomía descriptiva.
Y hasta aquí nuestro breve recorrido por la impronta de los dioses en nuestra lengua, a pesar del tiempo transcurrido, cada cuatro años ellos siguen inspirando la celebración de la justa olímpica.
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