“Cien años de soledad” es una de las novelas más importantes de la narrativa del continente. Su primera edición data de 1967, ha pasado más de medio siglo y esta obra catalogada como parte del boom (bum) de la literatura latinoamericana hoy se enfrenta a una explosión distinta: la adaptación de su contenido a través de plataformas digitales de televisión que ha expandido la “gabomanía”, como tituló un importante medio de comunicación, porque macondo (que, en minúscula, es un árbol colombiano) fijó sus raíces en el imaginario cultural latinoamericano y mundial.
Como la mayoría de los antropónimos (nombres propios), Gabriel no es reconocido en el Diccionario de la Lengua Española, pero sí encontramos gabrieles, siempre en plural, para llamar de forma coloquial a los garbanzos del cocido, al igual que garcía que es un zorro macho en dos provincias españolas.
Son muchas las palabras que pudiera compartir, pero me detendré en un personaje femenino importante que es Rebeca (rebeca, en minúscula, refiere el nombre de una chaqueta en alusión a un personaje de una película de Alfred Hitchcock). Esta llega a Macondo cargada con un talego (saco) con el hueso de sus padres que no pueden ser sepultados, porque en el pueblo aún no existía cementerio. Ella sufre de geofagia, que es el hábito de comer tierra, la misma que arranca a pedazos de las paredes o recoge en el patio, especialmente cuando entra en disputa con Amaranta por el amor de Pietro Crespi. Posteriormente, establece una relación con José Arcadio (arcadio es un gentilicio griego) y se va a vivir con él. También la encontramos, ya anciana, en otro de los cuentos del autor.
Otro personaje es Mauricio Babilonia (babilonia o babel, que es desorden o confusión), perseguido siempre por las mariposas amarillas y símbolo indiscutible de esta novela, cuyos leedores, y ahora espectadores contemporáneos, somos testigos del cumplimiento de una de las profecías de Melquíades: “Dentro de poco el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa”.
Querida Sol. Lectoras como tú nos impulsan a buscar temas diversos para compartir en Palabras en Juego. La literatura nos ofrece muchos espacios para explorar y acceder a nuevo vocabulario desde la propuesta estética del autor.
Mi Susiiiiiii, qué belleza!!! me encantó este artículo, qué memoria la tuya!!! sacar de ese clásico palabras que son aprobadas por la RAE y que mas uso se le da como nombres propios. Me fascinó.