¡Chévere!

Jugar Scrabble en la cima de El Ávila luego de disfrutar del ascenso en teleférico, embelesarme con los imponentes paisajes de Caracas, degustar las delicias de la cocina venezolana y dejarme acariciar por el sol, la lluvia y la brisa de un clima por demás benévolo fueron parte de mi inolvidable experiencia tras el Torneo Andino… y toda esta belleza en conjunto es poca junto al encanto y la hospitalidad de los venezolanos. En palabras de mis panas, este viaje fue una nota: estuvo súper chévere.

Del inmerecido trato de reina que recibí en un cálido hogar al muy merecido trato vip que se nos brindó en el Hotel Humboldt, mi estancia en la capital de Venezuela se llenó cada minuto de felicidad mientras me aventuraba a descubrir la cotidianeidad o cotidianidad de esa ciudad capital junto a algunas palabras y expresiones de su gente.

Cada mañana desperté con el sonido de las guacharacas y también pude apreciar el canto del cristofué, la algarabía de las guacamayas, la belleza de los colibríes o tucusitos o tentenelaires, el garbo de las garzas y el sobrevuelo de los zamuros, samuros o zopilotes, como se les conoce en México. El verdor de Caracas me permitió conocer algunas de sus plantas, como la pomarrosa y el yagrumo que se yergue entre gamelotales, y me quedé con las ganas de ver a una esquiva pereza que habita en un bosque frente al edificio donde me hospedé.

Los cielos azules y su perfecta combinación con la espectacular orografía de la capital venezolana estuvieron presentes en esa semana de junio pero la lluvia también fue una constante y, ya sea en la forma de seresere, garúa o de aguacero -que ahí llaman palo de agua-, nos regaló cielos plagados de nubes de todos los tonos.

En una de esas tardes nubladas, mis anfitriones me llevaron a conocer El Ávila, el cerro de 2 mil 144 metros que es emblema de Caracas y a cuya cima se llega en 15 minutos a bordo de un teleférico de 3.5 kilómetros. El obsequio de las hermosas vistas de la ciudad durante el trayecto se complementó con la dicha de jugar Scrabble en la terraza del icónico Hotel Humboldt, con un chocolate caliente a un lado mientras caía la lluvia. Más tarde, el personal del lugar nos regresó amablemente a la estación del funicular y el descenso entre niebla y una completa oscuridad fue emocionante y memorable.

Mi viaje no fue de turismo propiamente porque el objetivo principal, además del Torneo Andino, fue ver a mis amigos, sobre todo al equipo de Palabras en Juego, pero agradecí el paseo al Ávila porque resultó impresionante, como también lo fueron el recorrido por ese gran Patrimonio de la Unesco que es el campus de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y las visitas a la Colonia Tovar, un bello asentamiento alemán enclavado en la montaña, y al pueblo colonial El Hatillo.

En este relato, la cocina venezolana se cuece aparte: qué sabrosas son las arepas con queso guayanés o carne mechada, los tequeños, las cachapas, las empanadas de pabellón criollo, las caraotas, el plátano frito, la polvorosa de pollo, el marrón  -o cafecito- por la mañana o en las tardes lluviosas, el jugo de parchita o maracuyá, o de patilla o sandía, o el de papelón (piloncillo, en México) con alguna fruta y la chicha, que es una especie de horchata densa.

El Torneo Andino fue una verdadera fiesta de palabras y amistad con un altísimo nivel de competencia y de organización. En mi inevitable ejercicio de identificar los nombres de los participantes como palabras válidas, encontré en el Diccionario a diego, airan, susana, rosario, violeta, mora, carolina, carmen, rebeca, agustín, armando, juan, leo, nobel y carlos (más bien, carlós).

Dejo aquí mi nota de agradecimiento para Adelaida Romero, Irama Toledo y cada uno de los miembros de la familia venezolana del juego de las palabras cruzadas: gracias infinitas por su generosidad, por sus apurruños y por cada momento de alegría frente al tablero y también en la rumba. Chamas y chamos, ¡qué manera de bailar!


Palabras en Juego les invita a releer…

Venezolanismos

La palabra más usada

De Caracas y sus alrededores

¿Nombres propios en el Diccionario? (1), (2) y (3)

Autor: Norma Garza

Periodista mexicana. Admiradora de los genios, las mamás, los migrantes y los visionarios. Aficionada a las risas, las palabras amables, el cine y el karaoke.

2 pensamientos en “¡Chévere!

  1. Ese recorrido virtual de Caracas, con sus aves, plantas ¡y platos! me despertó envidia. ¡Y ni hablar de los tableros y los venezolanos ! Gracias, amiga, por compartir esos momentos gratos!

  2. Qué hermoso texto, Norma, gracias a ti. Nos faltaron días, pero no ganas para recibirte con todo el cariño que mereces. ¡Hasta la próxima!, esta es tu casa.

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