Tras las huélligas

Hay palabras que resultan apropiadas para los concursos sobre vocabulario porque no suelen ser del uso común. Por ejemplo, todos sabemos que las pisadas humanas en la tierra se llaman huellas, pero si nos preguntaran otro nombre diferente lo más probable es que pongamos cara de desconcierto, porque no sabemos que existe huélliga y fuéllega. 

Algo similar puede ocurrir con una acción cotidiana como introducir la llave en la cerradura al entrar o salir de casa, pues este pequeño orificio se denomina bocallave, mientras la pata de un bastón o el agarradero del paraguas es una contera y a esta pieza de plástico también le podemos decir recatón, regatón o virola

El llanto del recién nacido es el vagido y la parte de la cabeza por donde se une con las vértebras del cuello (la conocemos como nuca) se llama occipucio y también se le llama cogote y cerviz. En algunos animales, testuz y tozuelo.

Tenemos también la mentira, como se le dice coloquialmente a la mancha que suele aparecer en las uñas, pero su nombre en el campo de la medicina es selenosis y es una afección asociada a un consumo excesivo de selenio.

La aguja del reloj o saetilla avanza inclemente y me indica que es hora de cerrar este artículo, por lo tanto, voy a terminar con el pasador que sujeta las varillas de un abanico y también es la pieza que une las dos hojas de unas tijeras: este recibe el nombre de clavillo, así que debemos estar alerta porque si le damos un abanicazo a alguien puede desprenderse. 


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Autor: Susana Harringhton

Venezolana, profesora universitaria, amante de la literatura, orgullosa de sus raíces. Agradecida por los amigos que la vida y las letras le han regalado.

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