Sumando puntos, sumando historias

Hoy les presentamos otro encantador relato personal de uno de nuestros jugadores de menor edad. Karlo Chowell, de 17 años y estudiante de preparatoria en México, obtuvo el segundo lugar en la categoría Jóvenes de este año.  

Desde pequeñito mi padre me había enseñado el ahora Léxico como un juego al que dedicarle horas y horas, hasta me obligaba a jugar con él al menos partidas de cinco rondas. A mí me parecía de lo más aburrido. “Un simple juego de mesa donde pongo fichas y palabras al azar, ¿qué sentido tiene?”, pensaba yo. Vaya que no podía estar más desubicado.

Bendito sea aquel día en el que casi mágicamente me pusieron frente a un tablero y ya no pude salir de ahí… o no me han podido sacar, mejor dicho. Empecé a practicar en la biblioteca de mi secundaria sin poder pasar de los 300 puntos. Con algo más de experiencia y ayuda de algunos amigos (los cuales hice gracias al Léxico) armé un equipo escolar y ahí fue cuando empezó mi aventura por los torneos de este bello deporte.

El Mundial del año pasado en Granada fue un cúmulo de experiencias. Viajar fuera de mi ciudad, de mi país (¡y del continente!), conocer personas de hasta 20 países distintos, intentar hacerles frente de alguna manera, maravillarme con todo lo que veía y, por supuesto, absorber como esponja todas las palabras que vi por los tableros de estos tiburones del juego. Desde empezar perdiendo estrepitosamente las primeras tres partidas del torneo hasta cuando puse un despioje que milagrosamente me dio una victoria de último minuto en mitad del torneo, acabar a mitad de tabla en mi primer mundial… la verdad que no suena a un tan mal resultado. 

Todas las partidas eran una aventura única, la competencia se sentía a flor de piel, independientemente de cómo fuese yendo el encuentro con aquel rival al que veía por primera vez y procedía de un lugar tan diferente al mío. Cada jugada, cada conteo, cada ficha sacada de la bolsa y cada nuevo atril eran parte de ese sentimiento indescriptible de emoción. Me fascinaba el momento al acabar la partida, compartir con el contrincante la variedad de cosas que pensé en ella o algunos atriles, el consultar el significado de las palabras que aprendí, descubrir verbos nuevos y demás. Con todo eso conocía mejor a la persona y daba igual el resultado, yo me iba contento. 

Al final del día, cuando llegábamos yo y mis amigos al hostal en el que nos hospedamos, exhaustos después de jugar seis partidas, aunque suene irreal, en lo primero en lo que pensaba era en poner el tablero y jugar Léxico hasta en el suelo: creo que no hay mayor prueba de lo apasionante que me era estar ahí, incluso para estar dispuesto y con el apetito a dedicarle la madrugada al juego… es algo que simplemente me hace feliz. Aquella semana, aunque quisiera, jamás la podré olvidar, partidas en las que me sorprendí a mí mismo, en las que me dieron golpes de realidad, pero, sobre todo, en la que pude conocer a personas tan maravillosas y de las que pude aprenderles algo a cada una. Después de tal experiencia es complicado no querer volver y que se repita una y mil veces. Tengo que agradecerle al juego y a las personas involucradas en él por todo lo que me han brindado. ¿Qué sería de mi vida sin Léxico? 


Palabras en Juego te invita a releer…

Un poco más sobre Karlo Chowell en Jóvenes campeones

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Autor: Palabras en Juego

Adelaida Romero, Itser González, Marcos Araque, Mikel Anzola, Norma Garza y Susana Harringhton juegan con las palabras en el Scrabble y también en este espacio que destaca la belleza, riqueza y curiosidades del español.

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