Si curioseamos sobre términos arquitectónicos y vamos hacia atrás el tiempo, nos daremos cuenta de la riqueza y prolificidad de la arquitectura antigua más allá de lo que aprendimos de manera general, por ejemplo, los estilos de columnas griegas: jónicas, dóricas y corintias.
En el arte medieval, un símbolo significativo para los evangelistas es el consistente en cuatro figuras humanas con cabeza de animal al que llamaban tetramorfos. Tampoco debemos dejar fuera al pantocrátor, que en el arte bizantino y románico es la representación del salvador sentado -Cristo Majestad- bendiciendo y encuadrado en una curva cerrada. Ese encuadramiento se circunscribía en un marco con forma de almendra llamado mandorla.
Obviamente en las estructuras arquitectónicas antiguas también se usaban adornos: un caulículo es cada uno de los vástagos que nacen del interior de las hojas que adornan el capitel corintio y van a enroscarse en los ángulos y medios del ábaco. Otros adornos son los triglifos o tríglifos (linda palabra de doble grafía), ornatos del friso dórico con forma de rectángulos salientes y surcados por dos glifos -canal vertical- centrales y medio glifo a cada lado. Hay que saber que el espacio que media entre tríglifo y triglifo recibe como nombre metopa o métopa (igual de doble grafía). Otro adorno es la voluta, atavío en forma de espiral o caracol, que se coloca en los capiteles de los órdenes jónico y compuesto,
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