De llavines y clavarios

Un lugar seguro o abrigaño le brinda a una persona la confianza de estar protegido del peligro de los cacos y malandrines de quienes hablamos en otro artículo. Por ello, existen distintos mecanismos para el resguardo personal y de los bienes como el uso de una cerradura, cuyos sinónimos son pestillo, cerrojo, verrojo, pechil, aldaba, falleba, llavín y yale; este último se usa en Cuba y se deriva del apellido del ingeniero estadounidense Linus Yale Jr., quien hizo importantes cambios para mejorar la seguridad de los bancos y sus productos se popularizaron en el mundo.

Las llaves evolucionaron y hoy en día existen muchas tarjetas inteligentes, además de complejos sistemas biométricos para acceder a instalaciones con altos niveles de seguridad pero, en la cotidianidad, muchos usamos la bocallave, que es el ojo de la cerradura por el cual se introduce la llave. 

Asimismo, en algunos países de América Latina se usan los verbos llavear y enllavar para referirse a cerrar con llave una puerta u otro objeto cerradizo, es decir, que se puede cerrar o acerrojar. Posteriormente, este se volverá a reabrir o descerrar (abrir) o simplemente se puede entreabrir.

Un llavero es un utensilio en que se llevan las llaves pero, antiguamente, el llavero, también llamado clavero o clavario (y otro término en desuso es llaverizo) era el responsable de custodiar las llaves, además de abrir y cerrar las puertas de una ciudad, iglesia, cárcel, palacio, entre otros sitios. En la actualidad, la entrega de las llaves de una ciudad es un acto simbólico de reconocimiento a una persona y esta costumbre se remonta a la Edad Media.


Palabras en Juego les invita a releer…

¡Cuidado con los ladrones!

Ojo con tantos ojos

Ladrón

Autor: Susana Harringhton

Venezolana, profesora universitaria, amante de la literatura, orgullosa de sus raíces. Agradecida por los amigos que la vida y las letras le han regalado.