Piñata

A propósito de las posadas navideñas que hoy inician en la tradición católica,  repasamos el origen de la palabra piñata, tomada del italiano pignatta, que significa “piñita” y se refiere a una olla de barro en forma de la piña del nogal. 

El Diccionario la describe como una vasija de barro, llena de dulces, que en el baile de máscaras del primer domingo de Cuaresma suele colgarse del techo para que algunos de los concurrentes, con los ojos vendados, procuren romperla de un palo o bastonazo. Por extensión, es una piñata la que se pone en una fiesta familiar, de cumpleaños o infantil. Otras definiciones en el Diccionario son “especie de olla panzuda” y, en Nicaragua, una piñata es una apropiación de bienes públicos o privados.

En México se acostumbra romper la piñata en los cumpleaños infantiles y también como parte de las festividades relacionadas con el nacimiento de Jesús, que incluye el peregrinar de un grupo de familiares, amigos y/o vecinos con las figuras de José y María por nueve días (desde el 16 de diciembre) de casa en casa, pidiendo posada y luego compartiendo la cena entre rezos y rituales como la piñata.

Se dice que las piñatas llegaron a México a través de los frailes franciscanos y es ciertamente una actividad muy gustada por los niños ya que en el interior de ellas siempre hay dulces para disfrutar luego de romperlas. 

Las piñatas tradicionales tienen siete picos que equivalen a los siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza); el pegarles con los ojos vendados es muestra de la ceguedad de fe y, al acabar con la piñata y con ello vencer la tentación, vienen los dulces, que representan bendiciones divinas.

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Lenguaje navideño (1)

Autor: Norma Garza

Periodista mexicana. Admiradora de los genios, las mamás, los migrantes y los visionarios. Aficionada a las risas, las palabras amables, el cine y el karaoke.