Mi inmersión en el mundo del Scrabble me ha dado presentes valiosos. Ese inventario de regalos está lleno de momentos vividos gracias al juego y de amigos entrañables, además del enriquecimiento del léxico y conocimiento de la lengua española.
Les cuento esto porque recientemente recibí una propuesta desde una importante escuela de mi localidad para impartir clases de Scrabble a lo largo de todo un año escolar a jóvenes de educación media, la cual acepté sin dudar, y ahí fue cuando llegó el más reciente y preciado obsequio, representado por poco más de 60 jóvenes maravillosos con quienes comparto semanalmente en las clases de Scrabble. Ellos son mis alumnos, y durante todo este período estaremos interactuando en esta dinámica académica en la que el que enseña es docente y el que recibe la enseñanza (o el enseño) es el discente.
Cuando me presenté el primer día de clases, les dije que podían llamarme por mi nombre de pila, pero también podían usar las opciones de profesor, profe, maestro, y hasta tutor sería válido como la persona encargada de orientar a los alumnos de un curso o asignatura. A pesar de todas las opciones, la mayoría se decantó por el nombre artístico o pseudónimo que utilizaba en mi programa de televisión: Paparazzi.
Por cierto, para el género femenino también aplica profa y señorita, este último como tratamiento de cortesía para una maestra o profesora, pero tenga en cuenta que no aplica el uso de señorito como sinónimo de maestro, profesor o profe.
Para referirse a los alumnos también podemos hablar de educandos y educandas, o simplemente estudiantes, que es quien cursa sus estudios o estudia una materia en un establecimiento de enseñanza como una escuela, colegio, academia, plantel o liceo, que en algunos países llaman instituto. Antes también se le llamaba gimnasio al lugar destinado a la enseñanza pública.
En Perú dirían que estos estudiantes al graduarse de bachilleres y bachilleras posiblemente pasarán a ser cachimbos, que es el estudiante de enseñanza superior que cursa el primer año.
Lo importante de esta experiencia es tener la oportunidad de amostrar, instruir, enseñar, departir, explicar, guiar, ilustrar, meldar y profesar todo lo que sabemos del fascinante mundo de las palabras en español. De esta forma logramos educar, coeducar, reeducar, o como dirían coloquialmente: desasnar, pero nunca deseducar.
Este artículo va dedicado a ellos, a mis alumnos de 3.º “A”, 3.º “B”, y 5.º año de la Escuela Comunitaria San Antonio de Los Altos, que me han hecho volver a la escuela con la misma emoción de mi primer día hace varias décadas, que aún hoy se mantiene intacta y renovada gracias a este grupo de estudiantes.
Hermoso artículo Mikel y me hizo recordar cómo me llamaban mis alumnos, en el colegio donde impartía clases: SEÑO. Es una emoción muy grande cuando me llaman así.