Hoy les tenemos un magnífico regalo gracias al talento de Nelson Verástegui, jugador de origen colombiano, doctor en ingeniería informática y autor de múltiples publicaciones de cuento y novela, con este relato que vamos a disfrutar mucho pero que también nos va a poner a pensar.
Gran compañero de torneos internacionales y líder de la asociación de jugadores en español de Francia y Suiza, Nelson participó en el concurso Lexicuentos 2025 con este maravilloso testimonio de su experiencia personal con el juego de las palabras cruzadas.
AABCEEMOPRSZ
Me falta una mente prodigiosa, como la de nuestros campeones, para anagramar sin problema y entender el título de este relato o la siguiente frase de inmediato:
Engibar se aun acudid y cumano ed la Accdeefinnoor suazi, cuidaba accer de al fraterno noc Afincar, platica led acnnot ed Gibaren.
¡Este es mi recorrido escrablístico!
En los años 1970, hubo una versión colombiana del Scrabble (no recuerdo su nombre) con otra configuración del tablero, distribución y valor de las letras, aunque las reglas eran similares. Lo conocí en unas vacaciones de Navidad con mis hermanos. Jugamos mucho y nos reímos con las palabras que inventábamos con tal de ganar. Uno de mis intentos fue “LIDIARELA” que por supuesto no me valieron. Usábamos el diccionario que tuviéramos a mano o el consenso del grupo. Creo que yo tenía unos 16 años.
Pasaron años antes de que jugara Scrabble (o Léxico) con el tablero oficial, en francés y en Grenoble, con un juego inglés de madera. Con amigos jugamos muchas veces, lo mismo que al Boggle. Tendría unos 25 años. En el laboratorio de investigación sobre traducción automática, donde preparaba mi doctorado de informática en esa época, había una neerlandesa muy aficionada al scrabble. Viajaba mucho a campeonatos y estuvo en un programa de la televisión francesa. Jugaba duplicadas, que es la modalidad que más gusta en el mundo francohablante, salvo en África donde prefieren la modalidad clásica. ¡Me parecía loco que alguien le dedicara tanto tiempo a ese juego!
Pasaron más años hasta que, en mi trabajo en Ginebra, Suiza, empecé a jugar en francés durante las pausas de mediodía con colegas. Almorzábamos rápido para ir a jugar partidas clásicas. Era un club informal. Aprendí muchas palabras raras en francés y de chiripa les enseñé otras que yo ponía, ellos las juzgaban inválidas y a veces buscando en el diccionario ahí estaban. Era la suerte del novato. Se parecían a alguna palabra del español que no se usa mucho en francés. Recuerdo, por ejemplo, ALFA, que es una planta, pues la letra griega se escribe ALPHA*. Tendría yo unos 37 años.
Por allá en 1996, se me ocurrió jugar en español con amigos hispanohablantes. Creamos un grupo, pero jugábamos con reglas parecidas al francés, es decir permitíamos formar la che con una ce y una hache, la elle con dos eles, la doble erre con dos eres y el comodín podía valer doble uve o ka, los clíticos eran permitidos y la lista de palabras eran las que aparecían en un diccionario Larousse para Scrabble español que salió en esos años y que admitía palabras que no están en nuestro Lexicón oficial. Recuerdo, por ejemplo, “TORR”, “AXO” y “JOB” (las tres, inválidas). Como en francés, desde hace años se publica un diccionario oficial editado por Larousse para el juego, yo creía que era igual en nuestro idioma.
Fue divertido sobre todo jugar con personas de varios países por sus regionalismos. A veces los franceses nos ponían palabras en español que ellos tomaban de su idioma y las adaptaban cambiándoles la terminación. Lo gracioso es que de pronto acertaban con vocablos poco usados en nuestro idioma, pero que estaban en el diccionario. Recuerdo, por ejemplo, ACORRER y ENERVAR.
En 2004, creamos en mi trabajo el Club de Scrabble de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones) donde empezamos a jugar la modalidad duplicada en francés y español. También se jugaron algunas partidas en inglés, ruso y árabe.
Fue en 2008 en Montpellier que participé por primera vez en un torneo oficial de Scrabble español. Se trataba del II Campeonato Regional Europeo. Creía que iba a tener un buen desempeño, pero con la falta de conocimiento de las reglas y del vocabulario oficial de la FILE, no me fue bien. Sin embargo, me gustó la experiencia y a partir de ese momento he participado en muchos más torneos, incluyendo dos mundiales.
Me gusta jugar en ambos idiomas, aunque he perdido puntos en partidas francesas por usar sin querer palabras válidas solo en español, y viceversa. En un Regional Andino, en una partida decisiva, tuve la duda de si “BIP” era válida en español, pues lo es en francés. Aprendí a las malas que VIP es para español y BIP para francés. A la larga, me he mejorado en ambos idiomas, a pesar de que no estudio de manera sistemática. He jugado varias veces en inglés y una en ruso. En casa, tengo juegos en cinco idiomas y estoy buscando uno en euskera.
Como tampoco tengo la fantástica memoria fotográfica de los campeones, para tratar de memorizar palabras raras, me invento microrrelatos como el siguiente:
Los emigrantes paturros decidieron amorocharse, pues como se habían asorochado, no aguantaban más. Estaban atembados debajo de una ciguapa oyendo las golondrinas trisar y delirando por el calor. En una rama se secaba un body cheso. La gumía no lejos de sus manos estaba ahí para defenderlos. A lo lejos zurría la guardia fronteriza.
Me encanta ver nuevas generaciones de jóvenes hispanohablantes y francohablantes entusiasmados por nuestro juego de la mente. Aunque pierda una partida, siempre aprendo algo desde el punto de vista lingüístico, estratégico o humano. Lo mejor del Scrabble son los contactos con gente tan diferente y de todo el mundo, aunque por supuesto, uno no se puede entender bien con todos.
Tengo una buena excusa para mi mediocridad escrablística, ¡je, je! Como dice el dicho: el que mucho abarca, poco aprieta. ¡Hay tantas cosas que me gustan en la vida!
He organizado eventos de scrabble de forma presencial y virtual, juego ajedrez, canto en un coro, leo, escribo, dibujo, pinto, estudio idiomas, me gusta el arte, la historia, el cine, el baile, los viajes, trato de seguir los avances de la informática aplicada a la lingüística (mi antigua área de investigación y trabajo), voy al gimnasio, soy miembro de asociaciones sin ánimo de lucro, etcétera. Conclusión: a mis setenta años, felizmente con esposa, hijos y nietos, no me queda tiempo libre para estudiar palabras.
¡Viva el Scrabble!
Lexicuentos es una iniciativa de Palabras en Juego para fomentar la escritura de historias en torno al juego de las palabras cruzadas.
Incluimos un par de enlaces con obras de Nelson Verástegui y en particular “El ojo de la cerradura”.




















