Haciendo maletas

A cuatro semanas del XXVII Campeonato Mundial de Scrabbleen Español que se celebrará en Santiago de Chile, cerca de un centenar de jugadores prepara sus valijas para la gran fiesta de las palabras cruzadas. 

En el marco de este encuentro, se entregarán los premios a los dos ganadores del concurso de narrativa Lexicuentos y, en preparación a la serie de nuevas historias que estaremos publicando, hoy les compartimos una de las obras de la primera edición.

Este cuento se titula “El despegue” y fue escrito por David Lozano, mexicano que tiene el récord de ser el jugador más joven en ganar un torneo internacional y lo logró a los 11 años de edad, cuando se coronó campeón del Torneo Extra en Panamá en 2019. ¡Gracias, David!

Esperaba ansioso por salir; mi papá ordenaba unas maletas que llevaríamos al aeropuerto para apoyar supuestamente a unos chicos que abordaban a una playa de México, donde se llevaría a cabo el campeonato mundial de Scrabble en español. Mi hermano buscaba a mi papá, habíamos esperado mucho tiempo, estábamos desesperados. 

—¡Cristian!, no deberías estar aquí— alcancé a escuchar el grito de mi papá desde la otra habitación. 

Salimos rápidamente de la casa. El vuelo estaba por abordar y era menester entregar sus maletas. Al llegar, registramos el ingreso de las maletas y subimos, esperando el avión. Por ningún lado llegaban los chicos, nos desesperaba y casi estábamos hartos. 

—Dylan y Cristian, pónganse juntos, queremos una foto donde salga el avión — pidió mi mamá, con una mano oculta y con la otra sosteniendo el teléfono.

Mi mentalidad de 10 años acató con desgano, hasta que mi mamá comenzó a grabar, mientras revelaba cuatro boletos, que contenían circulados los nombres de cada uno de nosotros.

—¿Qué?, ¡no es posible!—, espeté con el corazón acelerado. 

Cristian y yo saltamos, pues era la sorpresa más insólita que habíamos recibido. Sería la primera vez a 12 mil metros de altura. 

Mi asiento estaba a lado de mi mamá, así que aprovechamos para gozar de ese bello momento en familia. 

—Dylan, ¿te gustaría jugar el torneo? 

—Tal vez, luce interesante.

Tenía la certeza de un certamen como este: fui aficionado de olimpiadas matemáticas y de literatura a partir de los ocho años, por lo que conocía un poco la estancia entre la competencia. Mi papá me inculcó desde corta edad valores elementales sobre la inteligencia, así que me habitué a mejorarla, dándome un espíritu muy competitivo. 

Aterrizamos en un lugar muy cálido. Al pisar terreno turista, dejé llevar mi mente por una cosa, el torneo.  

Desperté a primera hora el día siguiente, mi papá me apuraba, ya que nos requerían estar presentes en la inauguración de tan memorable evento. 

Llegamos a la estancia del torneo, nos encontramos en una sala de hotel grande, con una innumerable cantidad de extranjeros participantes, con sus banderas correspondientes.

—¿Nervioso?

—Ni un poco, papá. Me adentro a una nueva disciplina, me emociona conocer. 

La competencia tuvo 10 rondas, de las cuales triunfé en cuatro. El alcance del Scrabble no llegaba a la juventud internacional, solamente llevaba alrededor de tres años en mi país natal, así que competí con chicos de México. 

Concretando la última ronda, perdí por la abominable cantidad de 300 puntos de diferencia, no dudé en salir corriendo de la sala y esconderme a llorar. Mi papá no tardó mucho en llegar. 

—Tranquilo, nadie corona en su primer campeonato. 

—Déjame, papá, voy a entrenar tanto, hasta que nadie sea capaz de vencerme. En el siguiente mundial seré quien le gane a los imbatibles. 

De regreso a casa, miraba la ventana del avión, observando las nubes, visualizando un sueño. 

Aproveché que era época de vacaciones de invierno, optando por jugar en línea, unas 10 partidas diarias, con jugadores con los que había topado en el mundial y la IA, que contaba con un vocabulario extenso. 

En un plazo de un mes subí de 200 a 500 puntos por partida, con sus excepciones, pero era constante con el despegue. 

Entre mis dos últimos años de primaria y los dos primeros de secundaria, me dediqué a practicar, continuaba jugando en línea o me juntaba en el club de mi ciudad. 

Al entrar a tercer año de secundaria, anunciaron un nuevo campeonato mundial de Scrabble, que se llevaría a cabo en la ciudad de San José, Costa Rica. Me estremeció imaginarme en un escenario contra los mejores del mundo, entrenaba muy duro, mi pasión me hacía sentir que estaba listo para enfrentarme a cualquiera. 

Después de elevar mi puntaje encima de 600 puntos, decidí abrir un club en mi escuela, quería enseñar mis conocimientos y transmitir mi sentimiento de emoción e identidad que me otorgaba el juego, al igual que mis habilidades. 

Se me permitió adecuar un horario de clase, transformándolo en el entrenamiento. Entraron 25 alumnos, pero solo podía llevar a uno conmigo al mundial, dado que la dirección escolar me patrocinaría. 

A pesar de que uno de mis objetivos era encontrar a alguien con potencial para tener su primera experiencia internacional, me interesaba fomentar el juego y dar un espacio a los estudiantes, donde pudieran socializar y mejorar su cognición. 

Gracias al espacio que se me permitió, tenía la posibilidad de tener un entrenamiento diario, antes de que fuera la competencia. 

Usé la biblioteca como espacio recreativo, y empezaron a llegar todos.

—¡Hola! Soy Dylan, yo les instruiré en el juego de Léxico, que es el nombre oficial de lo que se conoce como Scrabble, sean todos bienvenidos.

No me extendí en el saludo, proseguí a explicarles los conceptos básicos y los puse a jugar. 

Pasaba como maestro en tiempo de examen entre las mesas, hasta que…

Vi a una chica con una sonrisa deslumbrante mientras colocaba una jugada de 90 puntos sobre el tablero, no dudé en acercarme. 

—Hola, ¿tú eres…?

—Valeria, un gusto.

—Igualmente.

—Lindo juego, tal como la jugadora.

—Qué gracioso, Dylan. 

Me atrajo inmediatamente, desde ese momento quería nombrarla como la merecedora del viaje. 

Así fue. Desde ese día le mandé mensaje para darle consejos donde, inconscientemente podría llevarla a la conquista si continuaba siendo indirecto. 

Logró rebasar los 400 puntos a partir de la quincuagésima partida que jugó. 

El tiempo pasó tan rápido a su lado, que de un momento a otro ya estábamos en el aeropuerto. Ella no llevaba maletas.

—No me siento lista para competir— soltó dolorosamente. Me dio un beso y se fue. 

Y el resto es historia: Gané 16 de 24 partidas y me coloqué como uno de los mejores jugadores del mundo aún siendo un adolescente. 

Escuchaba la ovación al pasar a la premiación y saqué mi teléfono para inmortalizar este momento con una fotografía, cuando vi que llegó un mensaje que decía: “Lo lograste, sabía que lo harías”: ¡Era mi papá! 


Palabras en juego les invita a releer:

Veintiséis historias

La primera ganadora de Lexicuentos

El primer ganador de Lexicuentos

Autor: Palabras en Juego

Adelaida Romero, Itser González, Marcos Araque, Mikel Anzola, Norma Garza y Susana Harringhton juegan con las palabras en el Scrabble y también en este espacio que destaca la belleza, riqueza y curiosidades del español.

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