(Artículo enmendado)
En alguna oportunidad, amigo lector, ¿usted ha testificado? Dios no lo permita. Debe ser una situación sumamente incómoda, embarazosa, tanto como debe ser para nosotros los hombres pararnos ante algún grupo de personas y, en particular, un jurado, con las gónadas tomadas con nuestra mano.
Sí, así como lo acaban de leer, parece absurdo que algún hombre pudiera ejercer tal acción ante un jurado, pero hay una versión ampliamente difundida que explica que ese era el modo en que en la Roma antigua se testificaba: cuando un romano ejercía su declaración y, como demostración de veracidad, se tomaba los testículos con la mano derecha. Esto ocurría porque no se podía jurar sobre la Biblia, como es costumbre hasta nuestros días.
Por otra parte, y estando relacionado con todo lo anterior, la palabra testículo viene del latín testiculus, que se compone de testis, testigo, y el sufijo culus, el cual es usado como diminutivo. Además, testis es la base de las palabras testigo, testificar y testimonio, por lo que los testículos pasarían a ser algo como “pequeños testigos”.
Según otra explicación sobre el tema brindada por Ernout-Meillet en su Diccionario etimológico de la lengua latina, testis vendría del latín tristis, el tercero, y la raíz sería el numeral tres. En la itálica lengua osca trstus vale por testes “testigos” y tristaamentud vale por testamento, semánticamente por tanto, testigo sería la tercera persona que puede confirmar algo.
NOTA: El equipo de Palabras en Juego agradece a Luciano de Samosata el texto sobre este mismo tema que publicó en su página de Facebook y que, con su permiso, reproducimos aquí en la sección de comentarios.
Gracias a Luciano de Samosata, autor del siguiente escrito titulado «FALSAS ETIMOLOGÍAS: TESTIFICAR NO ES DECLARAR LA VERDAD BAJO JURAMENTO AGARRÁNDOSE LOS TESTÍCULOS».
Está muy extendida la idea a través de internet y redes sociales de que la palabra testificar procede de la Antigua Roma, cuando supuestamente los romanos se agarraban o tocaban los testículos con la mano derecha en acto de juramento. Me ha llegado por diferentes medios ya tres o cuatro veces. Son esos bulos graciosos que recorren la red: a falta de biblia o de libro sagrado (yo juraría en ese caso por las Metamorfosis de Ovidio), los romanos comprometerían su palabra con lo más sagrado que tendrían, los testículos. Pero claro, esto es tan divertido como falso.
Se sabe que es apócrifa esta supuesta ceremonia por una razón muy sencilla: no ha sido recogida en ningún escrito de la antigüedad latina. La cuantía de textos que conservamos relacionados con el derecho romano debería haber dado alguna vez testimonio de esta supuesta y sorprendente ceremonia, pero no se ha encontrado ninguna fuente, y en internet quienes siguen esta divertida teoría no citan nunca tal o cual texto para que pueda ser verificado (o yo no lo he encontrado).
Testículo y testigo, así como otras palabras de la misma familia léxica, tienen la misma etimología: en latín, testis -is (acusativo testem, que es de donde hay que derivar los sustantivos y adjetivos en español), cuyo significado es ‘testigo’, sin más. Siguiendo el DCECH de Corominas, que aunque superado en algunas cuestiones sigue siendo la base de cualquier debate etimológico para el español, ‘testículo’ “del diminutivo ‘testiculus’, sería propiamente testigo de virilidad”. Por tanto, la palabra testículo procede en última instancia de teste(m). Algo similar a que cuando naces da testimonio de si eres varón o no, sobre todo en una época en que lo de la igualdad de género no se estilaba mucho.
Remontando el latín, hay una teoría que plantea que el testigo tendría su origen en un “tercero”, que es quien da testimonio de un hecho determinado. Se hace derivar a través de tristis > terstis > testis, relacionado con el número tres, pero en mi opinión esta no sería una evolución propiamente latina, sino de estadios anteriores de esta lengua, con origen indoeuropeo en última instancia.
A partir de testis-is tenemos diversas palabras latinas que omitiré por no hacer esto largo: del testificare, con el clásico -ficare (“hacer”) tenemos el doblete testificar (cultismo) testiguar (desusado) atestiguar, así como los pasos intermedios ya desaparecidos testivigar, testiugar. Aclaro que el sufijo verbal -ficare da un doblete, como cultismo y como palabra patrimonial: testificar / atestiguar; verificar / averiguar; dulcificar /adulciguar; pacificar / apaciguar, etc.
Siguiendo a Corominas, otras palabras derivadas de esta etimología serían atestiguación, atestiguamiento, testificante, testificación, testifical, testificata, testificativo, teste, testicular, testimonio, testimonial, testimoniar, testimoniero (y vulgares testimoño, testimoñero). También testar y toda su familia léxica.
Corominas hace proceder a “contestar” de la misma base, “empezar una disputa invocando testigos”, en origen. “Detestar”, del deponente “detestor”, se traduce en el célebre diccionario Vox como “apartar mediante imprecaciones o tomando a los dioses por testigos”. “Protestar” procede del latín con el significado de declarar en voz alta.
Y por dar alguna nota pintoresca, que al fin y al cabo es el caramelo que se busca en este tipo de artículos, y te lo mereces por haber leído hasta aquí, indicar cuatro cuestiones relacionadas con testículos y afines:
1. Forges, uno de los grandes acuñadores / creadores de lenguaje argótico en la segunda mitad del siglo XX en España llamaba a los testículos “tegumentos procreativos”, que es una forma muy fina de referirse a ellos.
2. La palabra orquídea, así como sus derivados o términos médicos como orquitis, procede por mediación del latín del griego clásico órchis, que significa testículo. No tengo ni idea de botánica, pero por más fotos que veo de orquídeas no le encuentro parecido.
3. Curiosamente en el “Corominas” el artículo que da razón de testículo precede al de “teta”, y en él se recoge una palabra que siempre me ha gustado, “mamblas”, evolución de mammula (tetita, tetilla). Mamblas aparece varias veces en la toponimia española, a menudo referidas a pequeñas colinas o elevaciones que recuerdan a esa parte de la anatomía. En el diccionario igualmente con ese significado.
4. Los cojones, hablando claro en castellano, procede del latín coleo -onis. La última etapa del conocido Camino de Santiago empieza en Lavacolla, en las inmediaciones ya de la (supuesta) tumba del apóstol (y sede además de su aeropuerto). Aunque es una etimología discutida, el nombre parece que hace mención al lavado de las partes pudendas (colla > cojones) como purificación e higiene antes de ser recibidos por el apóstol (y si no, para eso estaba el incienso del botafumeiro).
Gracias amigo, lindo texto.