En concursos que se han hecho sobre palabras bonitas o curiosas de nuestro idioma ha surgido la palabra melifluo, que tiene su origen en el latín para definir a algo “que destila miel”, que tiene miel o es parecido a ella en sus propiedades. Se usa también (a veces en sentido peyorativo) para algo dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar.
Nos hace pensar en almibarado, blando y meloso en el trato y en las palabras, y en meloso, de calidad o naturaleza de miel y también dulce o apacible. Este adjetivo se aplica a personas, palabras o actitudes y también se puede usar de manera despectiva.
Para cerrar esta pequeña lista de palabritas melosas, tenemos dulzón: de sabor dulce, pero desagradable y empalagoso; acaramelado y azucarado: formas despectivas de llamar a alguien que es empalagoso.
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