«Durante el día trabajaba de sol a sol, en invierno ocho horas y en verano catorce, quince y hasta dieciséis; limpiaba de carne las hediondas pieles, las enjuagaba, pelaba, blanqueaba, cauterizaba y abatanaba, las impregnaba de tanino, partía leña, descortezaba abedules y tejos, bajaba al noque, lleno de vapor cáustico, y colocaba pieles y cortezas a capas, tal como le indicaban los oficiales…
Podía ser un olor muy conocido o una variación, pero también podía tratarse de uno muy nuevo, sin ninguna semejanza con ningún otro de los que había olido hasta entonces y, menos aún, visto: el olor de la seda planchada, por ejemplo; el olor de un té de serpol, el de un trozo de brocado recamado en plata, el del corcho de una botella de vino especial, el de un peine de carey».
Patrick Süskind, escritor alemán, en El perfume.
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abatanaba: Del verbo abatanar, batir o golpear el paño en el batán para desengrasarlo y enfurtirlo.
noque: Pequeño estanque o pozuelo en que se ponen a curtir las pieles.
serpol: Especie de tomillo de tallos rastreros y hojas planas y obtusas.
FOTO: Portada de El perfume (1985). Barcelona, España: Planeta.
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