Mi manirroto amigo

Hace poco recibí de parte de un amigo guardiacivil la invitación, por motivo de inauguración, de su fastuosa casaquinta. Al recibirme en la entrada, noté que traía un impresionante traje de azul alzacuello y bocamangas que terminaban en gemelos de oro, con ese atavío y su rostro carilargo, barbilampiño y cejijunto, parecía todo un arrebatapuñadas, contrastante con su serena personalidad.

Al estar dentro y luego de aceptar un refrescante cubalibre de abundante yerbabuena -de nada me sirvió el quitapenas que llevaba en mi porsiacaso-, pude notar el especial interés de su marinovia (o amigovia, nunca terminan de decidirse) por el diseño y buen gusto en la decoración. En esa elegante estancia, había por doquiera detalles en bajorrelieves. Al bajar dos escalones, en un bajo salón de cielorraso -a modo de semisótano-, destacaba en un rincón y sobre una mesa de pulcro ébano, un gran radiocasete de colección, y en la esquina opuesta, se erguía una contrastante obra de diseño en altorrelieve. A su costado derecho, una fina mesa de mármol y sobre ella relucía un grueso amansaburros con bordes de hilos dorados; a su lado izquierdo, en cambio, llamaba la atención un simpático y multicolor tentetieso.

Al fondo de uno de los corredores, donde abundaban máscaras borucas, y luego de pasar por una maciza contraventana, se dejaba ver un discreto pero acogedor jardín poblado de hierbaluisas, sandiegos y siemprevivas. Ahí, animados, revoloteaban alegremente dos tentenelaires. Más allá, en la verja colindante del vecino, se asomaba curiosa una lagartija, por entre la incipiente azotalenguas.

Pasada quizás una hora de compartir y recorrer la hermosa casa, nuestro anfitrión amigo amablemente convidó a los asistentes a exquisitos platillos servidos en una lujosa e interminable mesa de contrachapado (mismos platos que seguramente me harían quedar como todo un tragaldabas). Entre lo ofrecido, destacaban frescos bogavantes al escabeche, un bienoliente pastel de cabracho, un vistoso atascaburras y un no menos exótico y atrayente ajoblanco.

Todo en aquella casa era de lujo, lo que me llevó a darme cuenta, de que mi amigo ya no era aquel soplagaitas, pelagatos y vivalavirgen de nuestra juventud. Él había trabajado duro y atrás quedaron sus tiempos de metepatas, yoquepierdista y trotacalles, así que solo le quedaba sobrellevar aquella nueva vida de manirroto.

Autor: Itser González

Orgullosamente venezolano. Ingeniero de profesión, sociólogo de corazón y juglar en construcción. Apasionado de la conducta humana y ciego amante de las palabras.

2 pensamientos en “Mi manirroto amigo

  1. Es un gusto poder compartir algunas de las palabras compuestas más interesantes del diccionario, gracias por leernos, querida tía.

  2. Hola, buenas noches, un sin fin de palabras para mi extrañas, pero me parecieron, muy bien utilizadas,a unas cuantas les busqué significado, que encontré rápido según la lectura..Gracias por tan interesante contenido!

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