Contorción, piruetear y tragafuego

Damas y caballeros, lectores y lectoras de todas las edades, hoy nos vamos al circo al encuentro de tigres, leones, domadores y otros artistas que conforman la troupe del mundo circense porque en este mes de enero se cumplen 255 años desde que Philip Astley presentó en Londres un espectáculo enfocado en demostrar las destrezas de los caballos para asombrar al público y ese evento es reconocido como el que dio origen al circo moderno. 

Y es que dentro de esta carpa llena de variopintos personajes y juegos malabares podemos encontrar muchas palabras valiosas para el juego de las palabras cruzadas. Si realizamos un truco de magia, podemos sacar de nuestra chistera un vocablo desconocido para derrotar a nuestro oponente en una partida en donde, cual funambulista, volatinero o volatín, estamos en la cuerda floja. Después de ganar nos podemos carcajear, así como lo hacen quienes se ríen de la charanga, esa banda de música de carácter jocoso suele aparecer en algún número para el divertimento del público.

El circo es diverso. No solo se trata de piruetear, payasear o hacer contorsiones o contorciones vistiendo ajustados leotardos: hay otras habilidades relacionadas con la fuerza y también lo extraño pues, en cualquier momento, para el asombro del público, aparece el hombre forzudo o hércules, la mujer barbuda o el hombre bala.

Finalmente, el espectáculo pervive en cada saltimbanqui, titiritero, escapista, tragafuego o tragasables que se resignó a una vida de errancia porque el fin es entretener y mantener con vida el arte circense que conjuga la ilusión, el peligro, las risas y también la tristeza, como lo ha mostrado el arte picassiano, solo por referir la obra del reconocido pintor español.


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Author: Susana Harringhton

Venezolana, profesora universitaria, amante de la literatura, orgullosa de sus raíces. Agradecida por los amigos que la vida y las letras le han regalado.