Así, el ahijado del abate

Hace poco recordaba lo maravilloso que fue para mí el aprender a leer. Evoco con mucha frescura el primer cuento infantil que leí porque en su momento representó una historia muy agradable y aún, más de tres décadas después, lo sigue siendo para mí, jamás lo olvidé. Lo absurdo fue que, gustándome tanto, no me aprendí su título. Fue hace apenas hace un par de días que logré reencontrarme con ese relato y aprendérmelo.

Se trata de la historia de un niño muy travieso llamado “Así” (quizás me identifiqué con él). Tan tremendo era que sus padres ya no encontraban manera de dominarlo, así que decidieron enviarlo un fin de semana donde el sacerdote del pueblo, aprovechando que este era su padrino y con la idea de amansarlo, de hacerlo entrar “en cintura”, como decimos en Venezuela. Este abate, (presbítero extranjero, con frecuencia italiano o francés) era conocido por su temple y difícil carácter.

Apenas llegó el niño a la casa parroquial y, habiendo partido sus padres, el cura tomó un fuete (látigo) y agarrando de la mano al infante le dijo:

Así, vamos a recorrer la casa, para que conozcas las cosas por su verdadero nombre…
Así pensó que su padrino no se traía nada bueno con ese fuete en sus manos.
-Sígueme -comenzó el párroco-, ¿cómo me llamo yo?
-Sacerdote, mi padrino -contestó Así-.
-Yo no me llamo sacerdote- dijo el cura.
-Yo me llamo “Dominus Tecum”- y le descargó un veloz fuetazo (golpe dado con el fuete).
Así lanzó un alarido y se dio cuenta que la cosa iba en serio. El cura nuevamente volvió a preguntar mostrándole una hamaca:
-¿Cómo se llama esto?
-Hamaca, mi padrino- respondió Así.

Esto se llama “colganza”- descargando otro fuetazo sobre Así.
-¿Cómo se llama esto? -preguntó, señalando una escalera.
-Se llama escalera, mi padrino.
-Eso se llama “paso de circunstancia”- disparándole otro fuetazo.

-Y este gracioso animal ¿cómo se llama?- preguntó, señalando a un gato.
-Gato, mi padrino.
-Ese animal se llama “Don Biricuteo”, asestándole otro fuetazo.
-¿Cómo se llama esto? -mostrándole el fuego de la chimenea.
-Eso se llama candela, padrino.
-Eso se llama “lumbranza”-, otro fuetazo para Así.
-¿Y cómo se llama esto?- señalando el agua dentro de un tanque.
-Agua, padrino mío.
-Esto se llama “paciencia”- otro fuetazo para Así.

Ya para terminar, salieron de la casa y mostrándosela por completo, preguntó: ¿cómo se llama esto?
-Casa parroquial, mi padrino.
-Esto se llama “escaparate”-, soltándole el último fuetazo al muchacho.

De este modo, fue que el cura logró tener motivos para fuetear (azotar a alguien con un fuete u otro objeto semejante) a Así.

Así, luego de recibir tan tremenda azotaina (zurra de azotes), se retiró a pasar su dolor, en tanto que el cura iba a tomar una siesta en la hamaca.
Pero Así estaba dispuesto a desquitarse la faena que le hiciera su padrino. Y en cuanto él se quedó dormido, agarró al gato y ató a su cola una larga cuerda a la que le prendió fuego en un extremo.
Al ver cerca la lumbre el gato echó a correr por toda la casa, incendiando todo cuanto hallaba a su paso. Cuando ya había suficiente desastre, Así fue donde el padrino a despertarlo con fuerte grito:

Levántese, Dominus Tecum,
de los brazos de colganza,
que por el paso de circunstancia
va Don Biricuteo,
todo lleno de lumbranza,
y si no corre por paciencia,
se quema el escaparate.

ADAPTACIÓN DE “EL AHIJADO DEL CURA”, CUENTO TRADICIONAL VENEZOLANO, RECOPILADO EN 1959)

Autor: Itser González

Orgullosamente venezolano. Ingeniero de profesión, sociólogo de corazón y juglar en construcción. Apasionado de la conducta humana y ciego amante de las palabras.

4 pensamientos en “Así, el ahijado del abate

  1. Jajajaja que bueno, digamos que el niño aprendió. Yo también recuerdo el día en que las letras tuvieron sentido juntas, tendría yo 5 años y llegué a la casa diciéndole a mi madre que ya sabía leer. Ella me dice: «a ver? Qué dice aquí?» y yo leí un cuento que estaba en el libro «Mi jardín», quedando ella sorprendida 😀

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